Hola a todos! Muchas gracias por sus mensajes de apoyo y sus comentarios. Espero que hayan tenido una linda Navidad. Por aquí estuve descansando y recuperándome; y me siento mucho mejor por lo que continuaremos con nuestra historia como antes :) Gracias de nuevo a todos! Bso Kika
Eva —No se le puede creer a esa mujer, ¡ni darle una pizca de confianza! —Félix seguía chillando, molesto. Pero me había dado un primer paso al ganarme la curiosidad de Valerius.El vampiro era impactante. Las canas plateadas adornaban un rostro que, de no ser tan severo, sería atractivo. Aunque era un oponente formidable, del que estaba segura no sobreviviría en combate, mi atención se desviaba hacia la hechicera. La mujer era des-lum-bran-te, con una belleza que me resultaba inquietantemente familiar. Lo más perturbador eran sus ojos: un azul oscuro que jamás había visto antes.—¿Qué piensas, Índigo? — se dirigió Valerius a ella.—Creo que Su Excelencia tiene razón. Hay que darle una oportunidad a la recién llegada. No por ingenuidad, ni por simple bondad, sino porque el destino nos ha favorecido una vez más. Alaric vino a buscar su ayuda, Excelencia, un movimiento que usted deseaba desde hace siglos. Y ahora el destino ha dejado a esta vampira a nuestra disposición.Me observaba d
Alaric Mi mate era asombrosa, fuerte y valiente, pero ahora yo no podía dejar de ver con asombro el fuego en sus ojos. Por tenerme de esta manera, podía sentir su deseo y la forma en que me veía. Las pequeñas gotas que se movían por mi pecho y mi cuello parecían ser las puntas de sus dedos. Ella me tenía su alcance tal cual deseaba y juro que nunca perdonaré a los desgraciados que ahora nos interrumpían. —Los destruiremos, cuenta con eso— susurro Roy, ahora deseoso de sangre. — Mi cielo tenemos que irnos. —¿Irnos? —preguntó, mientras el brillo en su rostro comenzaba a apagarse. —No estamos solos. Hay enemigos afuera. Este lugar es especial, y no pueden descubrirlo. Necesito sacarte de aquí, sana y salva, lo siento — Vi la tristeza dibujarse en su rostro, el agua inmediatamente cayó y perdió su fuerza —Volveremos. Este lugar siempre será nuestro. Lo prometo. Pero ahora tenemos que volver al castillo. Ella asintió de nuevo, aunque podía notar la duda en sus ojos. Comenzamos a re
CelesteDicen que el poder embriaga a los corazones débiles. Yo podía entender por qué: se sentía magnífico. Era como una ola de energía y adrenalina recorriendo todo tu cuerpo, una sensación de que todo era posible, de que cualquier obstáculo podía ser destruido con un simple movimiento de tu mano. Para alguien como yo, que nunca había tenido la más mínima fortaleza o ventaja, era una locura absoluta.Sentía el poder vibrar en mis manos. La punta de mis dedos seguía húmeda mientras recordaba las esferas de agua que había formado, las mismas que golpearon con precisión a nuestros enemigos. Mi mate había luchado ferozmente, y me alegraba saber que yo había ayudado. Su expresión, tan orgullosa y deleitada, era algo que jamás podría olvidar. Ahora íbamos de vuelta al castillo, y no podía evitar preguntarme cómo serían las cosas allí. ¿Volvería a ser la protegida de Su Majestad? ¿O su prisionera?Mientras tanto, él me llevaba en brazos, y yo no podía evitar sonreír al verlo tan encantador
Alaric—Tuvimos visitas del enemigo, eso era claro, pero no podíamos hacer nada. Sabíamos que Elías, el guerrero, estaba afuera. Él se comunicaba con nosotros como podía, y luego, afortunadamente, llegó Luna Blanca. Nosotros aguantamos lo que pudimos. Por suerte, el castillo estaba preparado para resistir mucho tiempo sin acceso al mundo exterior —explicaba Rachel, detallando lo vivido durante nuestra ausencia.Habían pasado semanas. El tiempo en el jardín parecía transcurrir de manera diferente, y aunque cuando partimos la situación se veía terrible, todo había salido finalmente bien.—Todo eso fue gracias a que ustedes estuvieron atentos y preparados. Lamento no haberles explicado lo que sucedía. Tuve que tomar una decisión rápida y drástica —dije, mirando a todos.—Lo entendemos, Su Majestad —respondió Rachel, mientras los demás asentían.—Su poder nos protegió — indicó Xavier. Todos se veían cansados pero bien.—Agradezco infinitamente a Luna Blanca por haber venido en ese momento
Alaric—Mis alfas, mis súbditos... ¿Recuerdan la última vez que nos vimos? —dejé que mi voz resonara en las mazmorras—. Cómo me recriminaban, cómo insistían en decirme lo que debía hacer. ¿No lo recuerdan? ¿O el tiempo aquí, en las mazmorras de mi castillo, les ha hecho olvidar? Llamaron a sus manadas a sus seguidores, crearon un caos fuera del castillo. —Están tan callados, señores, que no los reconozco.El pedido de ese vampiro desgraciado me había debilitado, pero ahora estaba en mi hogar. Estaba con mi mate, con planes y estrategias. No lograrían acabar conmigo, no antes de que yo acabara con ellos primeros. Las paredes de este castillo me devolvían la fuerza. Era cuestión de tiempo hasta estar completamente repuesto.—Más que repuestos —gruñó Roy desde dentro de mí—. Seremos más fuertes que nunca. Tenemos una mate, y no una cualquieraTenía que emplear todas mis fuerzas para controlar a mi lobo. El viejo lobo soñaba con hundir sus colmillos en carne, con saborear la sangre y saci
Eva—Muchas gracias por las ropas, señoritas. Les estaré eternamente agradecida —dije, observando mis nuevas prendas con entusiasmo: un conjunto de pantalón suave, bien ajustado, y una blusa a la que le quité las mangas. Me quedaba sexy y cómoda. No eran las ropas hermosas como las del castillo, pero esto era mejor que un vestido espantoso.Frente a mí estaban las tres mujeres: Índigo, la joven dijo que se llamaba Ágata, y Clementina, la tercera, de una edad madura, se presentó rápidamente. Eran diferentes y, sin embargo… había algo similar en ellas. Clementina tenía el cabello canoso, era fiera y seria, Ágata escondía una sonrisa, pero índigo, era ella la que mandaba aquí, era fácil verlo. Siempre me había fascinado la idea de conocer hechiceras. Sabía que envejecían lentamente y que algunas podían incluso detener el paso del tiempo con su poder, no se sabe cómo. Sin embargo, estas hechiceras no hablaban, solo me observaban con intensidad, como si pudieran sacar información de mí. P
—¿Te hablan? ¿Cómo que te hablan?Estaba frente a Amelia, Elías y los demás guerreros. Mi rey parecía querer mantener esto con discreción, y no era para menos. Lo que le acababa de confesar era algo realmente extraño. Él había dicho que durmiéramos luego de que le conté, pero sabía que él se había quedado toda esa noche en vela.—Escucho susurros, una voz que no reconozco, que me dice lo que tengo que hacer. —¿Qué te dijeron que hicieras? —preguntó Rachel.—Al principio, que tenía que huir del castillo y me alertaba de alejarme de Su Majestad —respondí, mirando de reojo a mi rey. Sabía que no había sido bueno guardar este secreto. Era algo que me atormentaba, pero simplemente quería intentar entenderlo primero. Ahora sabía que no lo podría hacer sola.—Todo esto me suena a Valerius —gruñó mi mate, molesto. Me apretó contra él, tomó mi mano. Sabía que su molestia no estaba dirigida hacia mí, sino a nuestros enemigos.—No lo sé. Nunca me llamó ni me dijo que fuera con él. Parecía más
AlaricAquí estaban todos mis aliados, los alfas más importantes de mi reino y de mucho más allá. Al inicio, las relaciones que yo tenía con mis alfas eran distantes. Era un rey despreocupado e irresponsable, pero por cosas del destino, cuando aparecieron enemigos insolentes, terminamos uniéndonos. Yo los ayudé, pero la realidad es que ellos me ayudaron más a mí. Sin Xavier, mi hermano Lucio hubiese ganado. Sin Rogelio de Sombras de la Noche, quien envió ayuda en la última parte de la batalla, no hubiésemos sobrevivido. Sin Alfa Igor, que ayudó a que más alfas se unieran a mi causa, estaría solo.Solo faltaba Sebastián, que esperaba que viniera en algún momento. Se sentía la ausencia de Fabrizio, pero yo tenía fe de que él volviera contra todo pronóstico. Había muchos más alfas, pero me cansé de rogarles. No podía estar más orgulloso cuando caminé con ella tomada del brazo. Por primera vez en siglos, yo, Alaric I, presentaba a mi mate destinada. No era un rey solo, amargado y desesp