AlaricAquí estaban todos mis aliados, los alfas más importantes de mi reino y de mucho más allá. Al inicio, las relaciones que yo tenía con mis alfas eran distantes. Era un rey despreocupado e irresponsable, pero por cosas del destino, cuando aparecieron enemigos insolentes, terminamos uniéndonos. Yo los ayudé, pero la realidad es que ellos me ayudaron más a mí. Sin Xavier, mi hermano Lucio hubiese ganado. Sin Rogelio de Sombras de la Noche, quien envió ayuda en la última parte de la batalla, no hubiésemos sobrevivido. Sin Alfa Igor, que ayudó a que más alfas se unieran a mi causa, estaría solo.Solo faltaba Sebastián, que esperaba que viniera en algún momento. Se sentía la ausencia de Fabrizio, pero yo tenía fe de que él volviera contra todo pronóstico. Había muchos más alfas, pero me cansé de rogarles. No podía estar más orgulloso cuando caminé con ella tomada del brazo. Por primera vez en siglos, yo, Alaric I, presentaba a mi mate destinada. No era un rey solo, amargado y desesp
EvaHabía pasado mis días tratando de infiltrarme lo más que podía. Intentaba no llamar la atención, pero rápidamente se había hecho conocido cómo yo, una traidora, me había ganado el favor de Su Excelencia. Y eso era bueno para mí, pero malo para muchos otros. Las hechiceras se mantenían hablando en secretos, y yo estaba desesperada por saber si tenía aliados aquí y cuáles serían los próximos pasos. Ellas me miraban a lo lejos, las más jóvenes me observaban todo el tiempo. —Debo decir que me has sorprendido gratamente, mi leoncita. Tenía mis dudas, todos lo teníamos, pero Su Excelencia no se equivoca, y la información que has dado ha sido muy útil —dijo Humberto mientras afilaba su cuchillo. Realmente se veía complacido, y yo simplemente mostré una sonrisa como a él siempre le gustaba.—Muchos no están de acuerdo —dije, mirando fuera de la carpa en donde estábamos reunidos. Él chasqueó la lengua.—Los mercenarios pronto entenderán. Y en cuanto a los lobos, sabes cómo son: unos perro
Celeste Todo estaba saliendo tan bien que no podía creerlo. Había temido, y creía que se repetiría lo ocurrió en la anterior reunión de los alfas, donde ellos me denigraron y me sentí tan fuera de lugar. Sin mencionar los terribles acontecimientos que vinieron después. Pero ahora era muy diferente, especialmente porque tenía el apoyo de Alaric, de una manera que no sabía cómo empezar a explicar. También porque los alfas aquí presentes resultaron ser otro tipo de personas: amables, respetuosos y considerados. Era obvio que confiaban en mi mate y entendí por qué el apoyo de ellos era fundamental. Mi rey había decidido dejar de rogarle a los lobos por su ayuda. Iba a confiar en los que siempre habían estado conmigo.La verdad libera, dicen por ahí, y el hecho de que hubiese contado la verdad de nosotros, y que ahora tenía el apoyo de sus guerreras y mis amigas, Carmen y Marina, había hecho que todo cambiara.—Luna Tatiana, Alfa Sebastián, quería presentarles a alguien muy especial —dijo
CelesteUna marca. Hasta no hace mucho, yo me conformaba con que algún lobo se fijara en mí. Y ahora, el mismísimo rey de Todos los Lobos clamaba el deseo de querer marcarme. Podía escuchar el rugido desesperado de Roy. Un lobo solo piensa en su mate, en marcarla y hacerla suya. Estaba segura de que cuando fuera nuestro momento, él me marcaría. Pero si me marcaba ahora… sería un símbolo de que yo era la persona querida de Su Majestad. Estaba en peligro porque él me amaba.“Soy su persona querida” suspiré de felicidad, con todo y el mal panorama que se nos enfrentaba. Él se colocó sobre mí y, cuando entró en mi cuerpo, me dominó por completo. Yo solté un pequeño quejido mientras mi cuerpo se acostumbraba a él.—Ese sutil sonido, mi cielo, ese dulce jadeo cuando te tomo, es el mejor sonido del mundo —bramó, y me derritieron sus palabras. Mi cuerpo estaba tan lleno de emociones, tan colapsado por todo lo que él me producía, que no podía ni hablar, solo gemir de placer una y otra vez. Ext
EvaEsta bestia realmente era fuerte. El wolfsbane que le había inyectado estaba destinado a aniquilar a varios caballos, pero aunque la bestia se veía disminuida, seguía intentando dar zarpazos. Escuché pasos detrás de mí y un murmullo de voces femeninas. La bestia se paralizó, y me di cuenta de que eran las hechiceras. Poco a poco, la bestia cayó. No sabía con qué elementos estaban trabajando, pero finalmente pudo ser atada y controlada. Me arrastré lejos de esa locura, mirando a las hechiceras que llegaban ahora. Ágata y Clementina parecían agotadas.—¿Qué desastre es este? ¿Acaso no pueden controlar a este animal? —se acercaba Valerius con un tono déspota.—¿Qué fue eso, Su Excelencia?— pregunto. —Esa es una de nuestras armas secretas en caso de que mis planes no funcionen —respondió Valerius. No sabía qué me angustiaba más: que él tuviera varios planes o que, sin duda, estuviera llevando la delantera al rey.—Tienes buenos movimientos e instintos, vampira —señaló Valerius, y atr
Fabrizio—He dado un giro completamente, amigo. Este es un problema, y seguir haciendo lo mismo no nos va a dar la solución que queremos; por lo tanto, he hecho algo diferente. Y creo que está dando resultados —le comento a Axel una mañana.La idea era simple: mientras más me acercaba a Margarita, más problemas sucedían. Así que había tomado lo que sabía de ella y lo había aplicado, buscando que ella se acercara a mí y no al contrario. Ella era inteligente y curiosa, tenía que usar eso a mi favor. Ya habían pasado por lo menos dos días diferentes en los que simplemente le había dejado un cuaderno o una carta. Ahí, le contaba como si fuese una especie de leyenda o cuento sobre mi vida, sobre la vida de ella, sobre la diosa luna y los vampiros. La chica que fuera Margarita en ese momento se acercaba y se quedaba leyendo inmediatamente. Luego le empecé a dejar pistas. Y ahora ella venía a mí. Cuando estaba sentado en el jardín, en la plaza o en el bar, sentía el ambiente y el aire cambia
Celeste—¿Dónde vas tan hermosa? Que yo sepa no tienes una reunión conmigo, aunque si quieres podría cancelar todo para verte. Para que estemos juntos —susurra Alaric mientras me abraza por detrás y yo suelto una risita. Nuestros momentos aquí habían sido perfectos. Teníamos tantas cosas que hacer, pero no perdíamos la oportunidad de estar juntos.—Me encantaría, Su Majestad, pero tengo cosas importantes que hacer. Voy a encontrarme con mis amigas Lunas —él me mira aparentando estar decepcionado.—Debo decir que ellas son una compañía fantástica y que has encontrado unas buenas amigas. No hay mejor compañía, quizás solo tu mate —dice besando mi hombro.—No hay mejor compañía, de eso estoy segura. Pero hay algo que quiero investigar, algo que pueda ayudarte —digo señalando el cuaderno de Leopoldo, el que llaman Sangreoscura.—Sigues trabajando incansablemente.—Siempre —confieso—. Hay algo aquí que creo podría servir. De hecho, tú me diste la idea.—¿Yo? Seguramente sí, soy muy intelig
CelesteMuchos hablan del ganador de una guerra, pero poco se sabe del perdedor. Varias manadas y aliados habían intentado derrocar al rey y a los grandes alfas, y mi manada, los Lobos Rebeldes, perdimos y ahora huíamos desesperados.—Fracasada, el alfa te llama — gruñe el guerrero de mi tío.Mi padre fue el hijo menor del alfa de esta manada pobre, sin territorio y sin poder alguno. Simón, mi tío, era el heredero, pero nunca tuvo un hijo. Así que, cuando mi padre apareció con su mate embarazada, tuvo muchas esperanzas. Inclusive no le molestó que mi madre fuera una hechicera; pensó que podría haber un heredero poderoso. Pero todo se vino abajo cuando no mostré ningún poder.Mi padre murió en una batalla y mi madre, entristecida por la pena, murió. Todos los lobos tienen un rol, algo que hacer, pero yo no servía para nada. Era un fracaso. Una chica pequeña, encorvaba que trataba de no llamar la atención. Agacho la cabeza, ocultando la fea herida que cruzaba mi cara; me la había hecho