Celeste Todo estaba saliendo tan bien que no podía creerlo. Había temido, y creía que se repetiría lo ocurrió en la anterior reunión de los alfas, donde ellos me denigraron y me sentí tan fuera de lugar. Sin mencionar los terribles acontecimientos que vinieron después. Pero ahora era muy diferente, especialmente porque tenía el apoyo de Alaric, de una manera que no sabía cómo empezar a explicar. También porque los alfas aquí presentes resultaron ser otro tipo de personas: amables, respetuosos y considerados. Era obvio que confiaban en mi mate y entendí por qué el apoyo de ellos era fundamental. Mi rey había decidido dejar de rogarle a los lobos por su ayuda. Iba a confiar en los que siempre habían estado conmigo.La verdad libera, dicen por ahí, y el hecho de que hubiese contado la verdad de nosotros, y que ahora tenía el apoyo de sus guerreras y mis amigas, Carmen y Marina, había hecho que todo cambiara.—Luna Tatiana, Alfa Sebastián, quería presentarles a alguien muy especial —dijo
CelesteUna marca. Hasta no hace mucho, yo me conformaba con que algún lobo se fijara en mí. Y ahora, el mismísimo rey de Todos los Lobos clamaba el deseo de querer marcarme. Podía escuchar el rugido desesperado de Roy. Un lobo solo piensa en su mate, en marcarla y hacerla suya. Estaba segura de que cuando fuera nuestro momento, él me marcaría. Pero si me marcaba ahora… sería un símbolo de que yo era la persona querida de Su Majestad. Estaba en peligro porque él me amaba.“Soy su persona querida” suspiré de felicidad, con todo y el mal panorama que se nos enfrentaba. Él se colocó sobre mí y, cuando entró en mi cuerpo, me dominó por completo. Yo solté un pequeño quejido mientras mi cuerpo se acostumbraba a él.—Ese sutil sonido, mi cielo, ese dulce jadeo cuando te tomo, es el mejor sonido del mundo —bramó, y me derritieron sus palabras. Mi cuerpo estaba tan lleno de emociones, tan colapsado por todo lo que él me producía, que no podía ni hablar, solo gemir de placer una y otra vez. Ext
EvaEsta bestia realmente era fuerte. El wolfsbane que le había inyectado estaba destinado a aniquilar a varios caballos, pero aunque la bestia se veía disminuida, seguía intentando dar zarpazos. Escuché pasos detrás de mí y un murmullo de voces femeninas. La bestia se paralizó, y me di cuenta de que eran las hechiceras. Poco a poco, la bestia cayó. No sabía con qué elementos estaban trabajando, pero finalmente pudo ser atada y controlada. Me arrastré lejos de esa locura, mirando a las hechiceras que llegaban ahora. Ágata y Clementina parecían agotadas.—¿Qué desastre es este? ¿Acaso no pueden controlar a este animal? —se acercaba Valerius con un tono déspota.—¿Qué fue eso, Su Excelencia?— pregunto. —Esa es una de nuestras armas secretas en caso de que mis planes no funcionen —respondió Valerius. No sabía qué me angustiaba más: que él tuviera varios planes o que, sin duda, estuviera llevando la delantera al rey.—Tienes buenos movimientos e instintos, vampira —señaló Valerius, y atr
Fabrizio—He dado un giro completamente, amigo. Este es un problema, y seguir haciendo lo mismo no nos va a dar la solución que queremos; por lo tanto, he hecho algo diferente. Y creo que está dando resultados —le comento a Axel una mañana.La idea era simple: mientras más me acercaba a Margarita, más problemas sucedían. Así que había tomado lo que sabía de ella y lo había aplicado, buscando que ella se acercara a mí y no al contrario. Ella era inteligente y curiosa, tenía que usar eso a mi favor. Ya habían pasado por lo menos dos días diferentes en los que simplemente le había dejado un cuaderno o una carta. Ahí, le contaba como si fuese una especie de leyenda o cuento sobre mi vida, sobre la vida de ella, sobre la diosa luna y los vampiros. La chica que fuera Margarita en ese momento se acercaba y se quedaba leyendo inmediatamente. Luego le empecé a dejar pistas. Y ahora ella venía a mí. Cuando estaba sentado en el jardín, en la plaza o en el bar, sentía el ambiente y el aire cambia
Celeste—¿Dónde vas tan hermosa? Que yo sepa no tienes una reunión conmigo, aunque si quieres podría cancelar todo para verte. Para que estemos juntos —susurra Alaric mientras me abraza por detrás y yo suelto una risita. Nuestros momentos aquí habían sido perfectos. Teníamos tantas cosas que hacer, pero no perdíamos la oportunidad de estar juntos.—Me encantaría, Su Majestad, pero tengo cosas importantes que hacer. Voy a encontrarme con mis amigas Lunas —él me mira aparentando estar decepcionado.—Debo decir que ellas son una compañía fantástica y que has encontrado unas buenas amigas. No hay mejor compañía, quizás solo tu mate —dice besando mi hombro.—No hay mejor compañía, de eso estoy segura. Pero hay algo que quiero investigar, algo que pueda ayudarte —digo señalando el cuaderno de Leopoldo, el que llaman Sangreoscura.—Sigues trabajando incansablemente.—Siempre —confieso—. Hay algo aquí que creo podría servir. De hecho, tú me diste la idea.—¿Yo? Seguramente sí, soy muy intelig
Alaric—Habla Durán— comando. Estaba separado de los otros alfas y lobos, y también de su hija. Xavier, Bruno y Amelia han intentado por todos los medios sacar la información. Desde lejos se pueden escuchar los gritos de los lobos, pero la mayoría sigue insistiendo en que son inocentes. Noelia ni siquiera habla. En cambio, con Durán era diferente; al fin y al cabo, había sido un alfa que nos ayudó en la guerra pasada. Xavier y Luna Carmen insistían en que debíamos darle la oportunidad. No había querido hablar, por eso me llamó tanto la atención cuando me llamó.—Juro que jamás he sido un enemigo de Su Majestad. Reconozco que me alteré cuando mató al otro alfa, y me dejé llevar por lo que decían los otros. Pero jamás le hubiese hecho daño a usted, no me hubiese puesto en su contra. En eso tiene que creerme —dice el hombre.—Alfa, eso es exactamente lo que dicen los demás. Los he escuchado una y otra vez entre gritos —resoplo. Durán está en una habitación tranquila y sencilla, pero se v
Fabrizio —¡Sangre! —gritaban los vampiros. Tenía que salir de aquí. Mi Margarita era humana… rodeada de vampiros. Me acerqué más a la laguna y escuché un sonido. Los vampiros se aproximaban.—No, no puede ser. Era como si se liberaran cada vez que yo me acercaba a salvarla, a sacarla… la ponía en peligro. ¡Por todos los cielos! Introduje mi mano en el agua y los gruñidos de los vampiros enloquecieron. Seguían a algunos metros de distancia, pero sabía que eso podía cambiar.—Fabrizio… no lo hagas —me dijo una voz. Era una muchacha pequeña y delgada, una muy querida de Amelia.—Lina —susurré. Era su mano derecha; Amelia la quería como a una hija.—Lo entendiste, ¿verdad? Si la sacas, nos liberarás a todos. Acabaremos con ella —dijo Lina con dolor. Sabía que no era lo que quería, sino que simplemente el instinto de vampiro, la sangre de humano, la llamaría. Estaba en una encrucijada. Parecía una decisión difícil, pero no lo era.—Es mi compañera —respondí. Los vampiros jadeaban, poseíd
Fabrizio—Su Majestad —dije sin poder creerlo. De todas las personas que podrían venir, no pensé que sería él, y aquí estaba.—Estuviste bastante tiempo perdido, vampiro, pero no podías escapar de nosotros por mucho tiempo —agregó con una sonrisa. Yo seguía tosiendo en la orilla, sin creer lo que había sucedido.—Margarita... —jadeé mientras veía a dos lobos conteniendo a los vampiros, Rachel sacándolos del agua, Amelia cuidando a varios, y Lina en los brazos de mi amiga.—Está bien, Marina ya la encontró. Hiciste bien en mandar a ese lobo extraño —respondió él, y sentí que mis fuerzas flaqueaban.—Axel...—Descansa, amigo, lo lograste, realmente lo lograste. Nosotros nos encargaremos del resto —dijo, y caí en un sueño como nunca antes. En mi mente se repetían las guerras en las que estuve, la pelea con Lucio, combatiendo al lado de Sebastián, encontrándome con Xavier en el bosque cuando era un joven lobo. Riéndome con Luna Carmen y jugando con los pequeños alfas. Pensé en Celeste,en n