FabrizioNo puedo recordar cuántos días o noches han pasado desde que caí en este pueblo hechizado. La línea entre realidad y sueño se ha desdibujado tanto que apenas puedo confiar en mi propia percepción. Siempre la misma imagen: Margarita. O lo que parece ser ella. Me acerco, la toco, intento hablarle… y todo se desvanece en una bruma insoportable. Luego despierto, el sol colándose débilmente entre las ventanas sucias, el mismo pueblo polvoriento, el mismo día repitiéndose. Un infierno diseñado a mi medida.Pero la última vez, algo fue diferente. Ella pareció darse cuenta de que algo raro pasaba y pidió mi ayuda y escuché esa voz. No me sentí solo, aun cuando el dolor y la angustia me pesaban en mi pecho, fue como si algo dispersara la bruma. Me dijo que estaba cerca, y yo me iba a agarrar de eso con manos, pies y dientes. En cuanto me levanté escuché un aullido y supe que mi amigo fantasma lo había sentido también. Me coloqué una camisa que tenía manchas de vino del otro día y salí.
Celeste Creo que nunca había sido tan feliz en toda mi vida. No solo estaba en el lugar de mis sueños, sino también con el hombre que me hacía vibrar. Nunca imaginé tener a alguien así junto a mí. Alaric era muy dedicado, y durante días se había empeñado en enseñarme todo lo que él sabía. Era un maestro maravilloso y, como hombre, me había mostrado ternura y compasión. Me tocaba de forma delicada, y sus besos eran incluso mejores que este jardín. Aunque estábamos encerrados en este lugar, escondiéndonos, nunca me había sentido tan libre.Cuando lo vi empapado en agua, con sus ropas siempre tan finas cubiertas de lodo y tierra, no pude evitar reírme. Mi rey gruñón y siempre molesto había cambiado mucho. Pensé que se reiría, pero algo en su mirada me decía que estaba sintiendo algo muy diferente. En sus ojos parecía arder un fuego. Entonces, al mirarme, comprendí la razón: tenía toda mi ropa completamente empapada. Mi falda larga y mi camiseta estaban tan mojadas que casi transparentab
AlaricYo le había confesado mi amor y todo lo que sentía. No me costaba decirlo, pero lo que sí me dolía era darme cuenta de cuánto mal había hecho y confesarle mi culpa y mis errores. Me dolía saber que había herido a la persona que más amaba en el mundo. Mi cielo no se regocijaba en mis palabras; ni siquiera parecía creerme. Permanecía ahí, sentada sobre esa piedra, semidesnuda, mientras yo la presionaba con mi cuerpo. Me observaba a los ojos como si fuera la primera vez que me veía en la vida.—Desearía que las cosas hubiesen sido diferentes. Soy rey amargado, insoportable, vengativo y violento. Había cambiado, lo juro que sí, pero luego, en la guerra, volví a tomar decisiones de las que me arrepiento—dije, con el corazón agitado, sin poder controlarme.Ella acarició mis pómulos, y por primera vez en mucho tiempo sentí cómo se me escapaban las lágrimas. Llevaba tanto tiempo con todo esto guardado que parecía que el mundo iba a detenerse si no confesaba y liberaba lo que tenía dent
CelesteCuando desperté, sentí que el mundo era otro. Abrí los ojos y los recuerdos del día anterior me invadieron. Hubo momentos en los que no sabía dónde empezaba su piel y terminaba la mía. Ahora estaba en su cabaña, en su gran cama, seca y abrigada con una sábana. Mis dedos fueron a mi cuello… recordé que no me había marcado ¿Por qué? —Mi dulce amor — pronto sentí sus manos en mi espalda, acariciándome suavemente. —Esta es la mejor mañana de toda mi vida —añadió, besando mi frente. Yo solté un suspiro de felicidad.—La mía también — Noté una expresión cansada en su rostro. Ya estaba vestido y peinado, como si nada hubiese sucedido. —¿Me perdí de algo? —pregunté, confundida. Él me hizo un gesto para que mirara hacia el jardín. Entonces recordé lo que había pasado: era como si el cielo hubiera caído con la lluvia, y el río parecía haberse desbordado, alcanzándonos.—Mi mate, casi inunda todo —respondió, divertido, mientras sus ojos verdes brillaban con intensidad —Estuve acomodando
CelesteMuchos hablan del ganador de una guerra, pero poco se sabe del perdedor. Varias manadas y aliados habían intentado derrocar al rey y a los grandes alfas, y mi manada, los Lobos Rebeldes, perdimos y ahora huíamos desesperados.—Fracasada, el alfa te llama — gruñe el guerrero de mi tío.Mi padre fue el hijo menor del alfa de esta manada pobre, sin territorio y sin poder alguno. Simón, mi tío, era el heredero, pero nunca tuvo un hijo. Así que, cuando mi padre apareció con su mate embarazada, tuvo muchas esperanzas. Inclusive no le molestó que mi madre fuera una hechicera; pensó que podría haber un heredero poderoso. Pero todo se vino abajo cuando no mostré ningún poder.Mi padre murió en una batalla y mi madre, entristecida por la pena, murió. Todos los lobos tienen un rol, algo que hacer, pero yo no servía para nada. Era un fracaso. Una chica pequeña, encorvaba que trataba de no llamar la atención. Agacho la cabeza, ocultando la fea herida que cruzaba mi cara; me la había hecho
Celeste El gran rey avanza como si estuviera gobernado por otras leyes. Era elegante y rápido, y yo tiemblo cuando estuvo frente a mí. —¿Qué hay aquí?— susurra.Con una mano enguantada, tomó mi barbilla y levantó mi cara. Ahí estaba yo, una simple muchacha, frente a ese gran señor, a ese rey de leyendas: alto, imponente, que ahora me miraba impactado.El rostro del rey era hermoso. Decían que era un lobo que había vivido por siglos, pero a mí me parecía atractivo, como si el tiempo no pasara en él. Su cabello negro y sus cejas oscuras le daban un aspecto misterioso. Su piel era muy clara y veo en su perfecto rostro un ceño lleno de preocupación, y tuve que contener la tentación de pasar mi mano por su cara, aliviar su pena, entender su dolor. Olía al tiempo, a los brotes verdes de las plantas, a semillas abriéndose a la vida.—No puede ser… —dice voz baja. Su voz era tan aterradora como fascinante.Aparta mi cabello delicadamente con su mano y, cuando repara en mi horrible cicatriz,
Celeste —¿Cuáles son tus intenciones... hechicera? —dice la bestia enorme. He pasado mi vida escuchando que no soy nada, un fracaso, y en unas cuantas horas, dos seres poderosos han insistido en que soy una hechicera. No puedo ni hablar, y la bestia bufa.—Eres una cosa pequeña, capaz de arruinarlo todo. No debiste aparecer, se supone que no existes… —ruge, y yo no entiendo nada.—Si me vas a acabar, este es un buen momento —respondo, agotada de esta incertidumbre. Espero que el vampiro ayude a los niños y a mi gente, tal como prometió. La bestia aúlla.—No debiste venir…no debimos encontrarte. No debes existir, ni hoy, ni nunca… —dice la bestia. Veo, con espanto, que con sus garras abre las rejas de mi celda y se acerca con pasos firmes hasta donde estoy, mientras quiero gritar de pánico.Si el rey cree que puede asustarme apareciendo con su gran bestia guerrera, está totalmente en lo cierto. Si antes me sentía como una pequeña muchacha sin poder ni relevancia, ahora esa sensación s
Celeste—Aún no lo sé, pero odia a los lobos rebeldes. Se está vengando uno a uno hasta que den con el alfa Simón. Debo suponer que no tienes información de él— insiste Fabrizio.—No sé donde está. Y no lo digo por lealtad, nunca ha sido bueno conmigo —contesto, tengo miedo de decir que es mi tío. El vampiro me mira admirado, supongo que no es común que haya poca lealtad en las manadas.—Pero te sacrificaste por ellos, ¿por qué? —pregunta curioso mientras me acerca un paquete. Veo con asombro que contiene ropa, accesorios, elementos de aseo, y no puedo describir lo feliz que soy. Jamás tuve tanto en la vida, me siento como una princesa.—Mi padre fue un alfa, y alguien me dijo alguna vez que el rol del alfa es cuidar a todos——Son palabras sabias y has hecho bien, corriste peligro al salvar a los niños y tu amigo. Pero ahora estarás bien, confía en mi Celeste. Te haremos pasar por empleada de la cocina. Más allá hay un pequeño jardín con hierbas y vegetales. Dices que no eres una hech