Todos los capítulos de La pequeña prisionera del rey de los lobos: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Capítulo 41: La oficina de Su Majestad
Alaric—Eso quiere decir que Valerius está buscando aliados poderosos, y no solo vampiros roñosos ni lobos inservibles —resoplé.—Sabemos que es un vampiro con muchos recursos y que le gusta estar un paso adelante de todos. Quizás, por primera vez, podamos adelantarnos —dice Amelia con esperanza.—Tiene lógica, Su Majestad. A diferencia de su hermano Lucio, Valerius realmente no tiene poderes. Es un vampiro antiguo, sí, pero el hecho de que solo el puñal pueda matarlo, según él, al menos, quiere decir que está protegido por hechicería. Y, por lo tanto, está asociado con hechiceras —indica Fabrizio.—No podemos creer en lo que dice ese desgraciado, sino en sus acciones: se reúne con hechiceras, Tobías está buscando algo con ellas en Ciudad Ónix. Tiene a los vampiros del clan de Amelia, quizás a algunos, al menos. Hay que tomar todo esto en cuenta —indica Rachel, y yo asiento.—Tienes razón. Necesitamos más información —suspiré, sentado en mi oficina mientras ellos estaban frente a mí.
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Capítulo 42: Inevitable
AlaricEl vínculo era peor que un imán. Quizás el río podía cambiar su curso, las montañas caen; incluso la luna podía tapar al sol. Cada ciclo de la naturaleza, cada ley, cada fuerza natural podía lucharse, esquivarse, pelearse.Pero juro que yo ya no podía. No podía negarme a ella. Este vínculo existía, ella y yo existíamos como una sola cosa, no importaba lo que yo pensara, sintiera o creyera. Era inevitable caer ante ella, doblegarme, ceder, y ahora lo hacía voluntariamente, con todo lo que tenía. Por la diosa, quería esto más que nada en el mundo, como nunca quise a nada ni a nadie en mi larga y tediosa vida.Roy aullaba de alegría cuando la atraje hacia mí, la pegué a mi cuerpo y besé con toda la pasión que había guardado durante siglos, para ella. Mi lobo era el gran vencedor; había vuelto a mí en la guerra, en tiempos de necesidad, quizás sabiendo que ella estaba en el horizonte. Pero yo no me podía considerar un perdedor tampoco, menos cuando ella devolvía el beso, acariciaba
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Capítulo 43: Una premonición
Fabrizio —Sabía que ibas a aparecer tarde o temprano. Podía apostar que serías tú —dijo abriendo la puerta de su habitación.Alaric lucía de alguna manera diferente; siempre había tenido ese aire imponente, pero ahora se sentía más evidente. Quizás los entrenamientos con Amelia y Eva estaban dando resultado, pero al percibir el aroma de otra persona en él, supuse que podría ser ella. Aún no me atrevía a imaginar si ella podía ser su verdadera compañera. Alaric había sufrido buscándola, pero tal vez ahora había encontrado a alguien que, de una forma u otra, equilibrara sus fuerzas, sin ser su mate.Tres lunas humanas. Una humana frente de todo un reino, no estaría mal pienso, mientras observo cómo él se acomoda la camisa para cubrirse un ligero moretón en el cuello, que desaparece poco a poco. Ella es humana, pero tiene el poder de dominar a un rey. No habia visto al rey con una mujer en siglos.—Lo siento, pero algo urgente ha surgido.—Sí, sí, sé que no me molestarías si no lo fuera
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Capítulo 44: Sombras y pasos
Celeste —¿De verdad vamos a poder ir? Pensé que Su Majestad había declarado que estaba prohibido salir. —pregunto impresionada cuando Fabrizio me dio la buena noticia.—Pues, ¿por qué será? Quizás alguien lo ha logrado convencerlo, tú sabes, aflojar un poco al rey —indicó Eva de forma divertida. Era obvio que se refería a mí y al tiempo que él y yo habíamos pasado juntos.—Su Majestad cree que realmente podamos encontrar algo. Quiere ayudarme, a Nana y a los compañeros de Amelia. Iremos al templo que encontraste, el que queda más cerca. Hay que prepararnos —explicó Fabrizio, y yo no podía contener mi felicidad. Por supuesto, sabía que había una gran posibilidad de que el hechizo fallara. Al fin y al cabo, yo no tenía poderes. Pero esta era mi oportunidad de sentirme realmente útil. Podía hacer algo que nadie había intentado, y todos confiaban en mí. Tenía las palabras correctas en el diario del vampiro y ahora también tenía la fuente de poder en el templo. Todo era magnífico.Mejor
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Capítulo 45: El jardín en la ciudad
Fabrizio—No hay rastros de quién es el pintor.—No, señor. Esto es toda la información que tenemos —me dice la especialista del museo— Al parecer, fue un artista importante para un sector muy específico de la sociedad de aquella época, pero no hay demasiados registros sobre él. Es como si no se hubiese dedicado a hacer nada más que esos cuadros.Yo sabía a qué "sector de la sociedad": un selecto grupo que perseguía vampiros. Quizás cazaban otras criaturas también. Sabían de nosotros y se habían organizado. Gente inteligente, si me preguntan.—Entonces, ¿no hay un registro, ni siquiera un nombre?—No, ni siquiera una firma. —Le agradezco mucho, señorita. Por casualidad, ¿alguien más ha venido a preguntar por este artista?—No…pero me hizo recordar que tuvimos un extraño incidente hace un tiempo. Alguien intentó destruir un cuadro de este museo. De otro cuadro de la misma época, pero de otro artista —menciona la especialista, y me muestra un registro policial donde, efectivamente, alg
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Capítulo 46: La palabra del rey
Alaric Me habían sacado de quicio; habían sacado lo peor de mí. Un gobernante se debe a sus súbditos, y yo estaba seguro de eso, así como de que muchos me necesitaban. No ignoraba el hecho de que Valerius estaba causando destrozos donde podía. Que las alimañas de sus aliados se sentían apoyadas, al fin. Vistas, respetadas, temidas. Pero volvíamos al mismo problema de siempre, el que había provocado la catástrofe en la guerra anterior: cada manada pensaba solo en sí misma, y cada alfa se preocupaba por conseguir aún más poder. Sentía que iba a perder los estribos. No había querido echarles en cara a todos estos la poca ayuda que había recibido, y me parecía que era bien conocido por todos lo que había sucedido en el pasado. Pero tal vez olvidábamos la historia y solo pensábamos en el presente. Descubrí que la necesitaba a ella terriblemente, que solo junto a ella recobraría la calma, pero no podía traerla a este caos. Por eso Rachel se posicionó a mi lado, y mientras todos estaban
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Capitulo 47: La cena perdida
Celeste Había escuchado rumores de varios encuentros entre los alfas y de constantes discusiones. Rachel no parecía tener descanso ni paz, y decían que Su Majestad estaba de pésimo humor. Yo no podía saberlo, pues él casi no había pasado por la habitación.Estábamos en la habitación de Carmen, ayudando a Marina a arreglarse. Se suponía que íbamos a ir las tres juntas. Pero de un momento a otro, el plan cambió, y solo iría Marina.—Su Majestad suele dar la bienvenida a todos. Pero los alfas se han vuelto extremadamente recelosos de la presencia de humanos y vampiros; solo quieren que vayan lobos. Lo sé, es una estupidez— indica la guerrera. La situación debía ser bastante complicada para que incluso la famosa Luna humana, la de la profecía, no fuera a asistir. Carmen lucía cansada, y su mate, un alfa gigante y rubio, casi no se separaba de ella.—No les ha agradado nada a los alfas que siempre han estado con Su Majestad, pero son sacrificios que debemos hacer para lograr la paz. Mi pr
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Capítulo 48: Las hijas de los alfas
Fabrizio —Son todas buenas noticias, Fabrizio. No puedo creer que después de tantos años, por fin sepas su nombre. Margarita… sin duda, una flor —murmura Xavier, mientras tengo la mano en mi bolsillo, sosteniendo ese reloj donde he guardado la flor de ella durante tanto tiempo.—Han sido avances fantásticos. Y creo que no es casualidad; la rueda está girando, gran alfa. Todos los sucesos que vendrán están entrelazados, cada cosa tiene que ver con la otra. Aunque lamento decir que los acontecimientos que se acercan no serán fáciles.—Te entiendo. Hemos pasado por una guerra, luego otra, y esta parece ser la definitiva.—Tal vez. He visto tantas cosas en mi vida… no puedo decir que haya tenido mucho tiempo de paz, excepto con Alaric.—Estoy de acuerdo —dice él, mientras observamos al resto de los invitados, la mayoría alfas y lunas. Yo era el único vampiro; no había humanos. Me molestaba que esos alfas mediocres finalmente hubieran ganado, pero entendía por qué Su Majestad lo hacía.—¿H
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Capítulo 49: El corazón del templo
Celeste Cada paso que me alejaba de él lo sentía como un dolor en el pecho. Hacía pocas horas él me había tocado de una forma tan intensa que mi cuerpo aún recordaba el camino que habían dejado sus dedos; tenía pequeñas marcas en el cuello, mi piel rogaba por él. El rey me habló del futuro, de lo que haríamos juntos, de que me llevaría a un lugar especial. Pero, después de esa cena, él no volvió. Me quedé en la noche pensando en que volvía a ser lo mismo: yo, la tonta humana esperando por un rey alfa, un ser superior al cual yo no estaba a su altura. ¿De qué vale tener algo en secreto? Los secretos son sucesos escondidos por una razón: vergüenza, miedo, desconfianza, y ninguna de esas sensaciones es buena.En la puerta, cuando nos íbamos, él se quedó ahí, intentando decirme algo, pero las palabras no salieron de sus labios. ¿Qué iba a decirme? ¿"Mi cielo, mi amor, eres la mujer de la que estoy enamorado"? Pero esas palabras nunca llegaron frente al resto de las personas que nos acom
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Capítulo 50: La decisión de los alfas
Alaric—Su Majestad… —me tomó del brazo Rachel. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que ella se había ido. Yo me había quedado mirando al horizonte, viéndola, incluso cuando ya no estaba. ¿Qué esperaba? ¿Que ella volviera por mí? ¿Que corriera a mis brazos? Y, aunque lo deseaba más que nada, yo mismo le había dado los medios para irse. Lo había visto en mi sueño: ese lugar era importante y ella debía estar allí. —Ella no va a volver a tus brazos, mucho menos después de que no la viéramos en toda la noche. Y dale gracias a la Diosa de que no puede oler que has estado cerca de esas lobas detestables —gruñó Roy. Había sido necesario. No sonaba bien, pero yo tenía que buscar la mejor estrategia para mantener a los alfas contentos y, a la vez, postergar la búsqueda de mi esposa. La guerra acabaría y, quizás entonces, la presentaría como mía. Estaba dispuesto a quemar el mundo si era necesario. —Pero no ahora. Eso es lo que te repites. Eres un verdadero cobarde —replicó Roy, m
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