Capítulo 49: El corazón del templo

Celeste

Cada paso que me alejaba de él lo sentía como un dolor en el pecho. Hacía pocas horas él me había tocado de una forma tan intensa que mi cuerpo aún recordaba el camino que habían dejado sus dedos; tenía pequeñas marcas en el cuello, mi piel rogaba por él. El rey me habló del futuro, de lo que haríamos juntos, de que me llevaría a un lugar especial. Pero, después de esa cena, él no volvió.

Me quedé en la noche pensando en que volvía a ser lo mismo: yo, la tonta humana esperando por un rey alfa, un ser superior al cual yo no estaba a su altura. ¿De qué vale tener algo en secreto? Los secretos son sucesos escondidos por una razón: vergüenza, miedo, desconfianza, y ninguna de esas sensaciones es buena.

En la puerta, cuando nos íbamos, él se quedó ahí, intentando decirme algo, pero las palabras no salieron de sus labios. ¿Qué iba a decirme? ¿"Mi cielo, mi amor, eres la mujer de la que estoy enamorado"? Pero esas palabras nunca llegaron frente al resto de las personas que nos acom
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