Alaric —¿Cómo es esto posible? ¡Estaban debilitados esos estúpidos prisioneros! ¡Semanas atrapados en mis mazmorras! ¡Yo mismo había golpeado, cortado y torturado a Félix!—grito, desaforado, mientras sigo a Amelia. Me percato de que su expresión es de puro terror. —¿Qué más sucedió? —pregunta Xavier, justo cuando llega a mi lado, llamando a los guerreros. —Debemos monitorear los alrededores. Tienen que haber ido a algún lado. Seguiré su olor —dice Damián, antes de alejarse rápidamente. Mientras vamos tas Amelia, a la enfermería. —Iban huyendo, pero alguien intentó detenerlos... —murmura ella, y cuando veo a la persona en la camilla, con vendajes empapados en sangre, siento cómo se me cae el alma al suelo. —Diana... —Estoy bien, Su Majestad. Intentaron herirme, pero Amelia llegó para atenderme. Si solo hubiera sido más fuerte, habría podido detenerlos... —dice Diana, su voz quebrada, mientras observo sus heridas. Los recuerdos de otras pérdidas, de amigas y guerreras caídas
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