Los bellos envoltorios de los regalos fueron deshechos, al igual que los hermosos moños que los decoraban. Poco a poco, se revelaron los presentes de ese año: Libros y ropa para estrenar para año nuevo, una navaja para John, una mochila nueva para Sophia, pero el mayor agasajado fue Xavier, pues Sophia le había regalado una camiseta del equipo de Nueva Zelanda y cinco llaveros de diferente temática ya que al jovencito le gustaba coleccionarlos.Aunque la comilona y la emoción de los regalos muy pronto hizo efecto en Xavier, quien se caía del sueño.—Sophie, ¿puedo dormir en tu cama? —preguntó el muchachito, rascándose un ojo del sueño.—Claro, Xavi. Ven te acompaño, ¿quieres que te saque el calzado? —preguntó la mujer mientras lo acompañaba a su habitación.—No, no estoy tan dormido. Pero me gustaría que Rex se acueste conmigo —le pidió. Sophia no pudo evitar reír por la petición, así que, con el visto bueno de su dueña, el perro negro de tres patas se subió con agilidad a la cama y s
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