DevonLa llamada de Rubí había sido inesperada. Nos invitaba a salir. Ryan y Dyana se emocionaron tanto que me vi obligado a aceptar. Esa Rubí era una chica extraña.—Está bien, está bien —ambos me miraban con ojitos de gato con botas—, pero les advierto dos cosas. Primero: no saldré con esa chica, no es mi tipo y me parece que tiene algún tipo de trastorno mental. —Ryan y Dyana me miraron como si el del problema mental fuera yo. Continué sin hacerles caso—. Y segundo, y más importante que el primero: Dyana, sabes que no puedes beber alcohol, ni una gota, y si te sientes mal, tan solo un mínimo malestar, te llevaré a casa. ¿Estamos? —Dyana puso los ojos en blanco, pero luego asintió con la cabeza.—Yo estoy bien con eso, si es que Dyana lo está —dijo Ryan.—¡Genial! ¡A fiestear!Rubí pasó por nosotros en un auto con chofer. Nos saludó eufórica, como si nos conociera de toda la vida. ¡Está loca!, pensé. Cuando llegamos al Cocobar, Rubí nos dio instrucciones de seguirla. Nos saltamos la
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