CristhianVolví a casa con el anillo más extravagante y caro de la tienda. Estaba seguro de que a Elena le encantaría. Sin embargo, mis dudas no tenían nada que ver con su reacción. ¿Por qué iba a proponerle matrimonio? Me repetí la respuesta una y otra vez: Porque la amo. Pero cuanto más lo pensaba, más huecas sonaban esas palabras. La amo y quiero pasar el resto de mis días con ella, insistí, como si repetirlo pudiera convencerme.—¿A dónde has ido tan temprano, amor? —preguntó Elena en cuanto crucé la puerta. Estaba en la cocina, rodeada de un pequeño caos de cacerolas y sartenes, pero parecía orgullosa de haber preparado un par de huevos con tocino. Zackary estaba sentado en una silla infantil, comiendo un tazón de cereal. No sabía que Elena tuviera una de esas en casa. Quizá tenía más interés en el niño de lo que imaginaba. Aquello me tranquilizó; era una buena señal. Lo que estaba a punto de hacer no era un error, o al menos eso me repetí para convencerme. Me acerqué a Zackary y
SarahNo sabía qué había pasado después de mi confesión, no sabía cual había sido la reacción de Devon, tampoco sabía si aquellas dos personas que me habían escuchado eran Ryan y Dyana, cuando abrí los ojos al día siguiente estaba en una habitación desconocida, el techo era verde agua y una lámpara de bronce emitía destellos suaves de luz.-¿Buenos días, Bella Durmiente? —La voz de Devon llegó desde la puerta. Apoyado en el marco, lucía una camiseta negra ajustada y pantalones de lino, sosteniendo una taza de café humeante en cada mano.¿Qué hora es? —pregunté con voz ronca.—La suficiente como para que tu esposo esté afuera esperándote.El corazón me dio un vuelcoXavier? -pregunté-No, se sentó a mi lado -tu verdadero esposo; Cristhian -sentí que el alma se me salió del cuerpo, y podia ver la escena desde afuera, Devon clavando una estaca en mi corazón y retorciendola para hacerme daño-No sé de que hablas -traté de hacerme la tonta-Oye, descuida, no le diré tu secreto a nadie -pare
La oficina estaba en su estado habitual: impecable, con un aire de orden casi opresivo. El zumbido constante del aire acondicionado hacía que el ambiente pareciera aún más estéril, pero no me importaba. Había algo satisfactorio en la frialdad de este lugar, algo que resonaba conmigo, era todo frio, calculado, inamovible como yoMis dedos se movían con precisión sobre el teclado, descifrando las capas de seguridad que protegían los secretos de Richard Vandervert. Era casi un juego para mí, ni siquiera se dieron la tarea de hacer un trabajo decente en cuanto a seguridad se refería, y yo llevaba meses perfeccionando mis habilidades. Y la seguridad en cuanto a elegir a sus empleados era mucho peor, no tenían el menor filtro, entrar a la empresa habíoa sido demasiado fácil, tan fácil que resultó aburrido, lo fácil y simple siempre erqa aburrido. Cristhian Vandervert había sido muy fácil de engqañar, bastó ofrecerle sonrisas amables y cafés entregados en el momento justo, palabras calculadas
Sarah—¿De cuántas personas hablamos? —Dyana apareció con una libreta en una mano y una taza de café en la otra.—¿Café? —preguntó Ryan, que venía detrás de Dyana sosteniendo la jarra de café y una bandeja con tres tazas.—Pueden usar aquella mesa —anunció Devon. Ryan colocó la bandeja con cuidado mientras Dyana se sentaba y comenzaba a escribir.—Unas doscientas —respondió Cristhian a la pregunta de Dyana. Yo no podía, no podía decir nada. Mi mente estaba en blanco, mi cuerpo paralizado. Mientras todos se acomodaban en la mesa, yo seguía de pie, congelada, con una sola imagen atravesando mi cabeza: Cristhian poniéndole un anillo a Elena.—Oye, Rubí, ¿no vendrás? —Dyana me miraba intrigada.—Tengo que irme —anuncié cuando al fin logré hablar.Mis piernas se movieron con torpeza hacia la habitación. Cogí mi celular y, sin siquiera pensar, me calcé unas pantuflas de Devon. Salí tambaleante hacia la puerta, consciente de las miradas perplejas de todos.—La niñera de Addy llamó, tiene que
Sarah-volvamos a mi departamento -dijo Devon. Percibí un tono de lástima en su voz -Podemos tratar de investigar qué ha pasado-No. Tengo que saber qué pasó con Addy -dije recuperando lqa compostura, me levanté aunque sentía que mi cuerpo se había hecho demasiado pesado. Llamé a la niñera -¿dónde está Addy? -pregunté olvidandome de formalidades y modales-Con el seor Xanders -respondió la chica -Ayer muy tarde en la noche él me ha pedido que la llevara a la estación del tren -aquello me dejó con más dudas aun. -Addy está bien -le informé a Devon después de cortar la llamada sin despedirme -¡Genial! entonces volvamos. Puedes quedarte en mi departamento mientras aclaras toda la situación con la casa -por un momento pensé que eso sería lo mejor pero no quería volver y tener que ver a Cristhian-No será necesario. Me quedaré en un hotel -Devon asintió-Está bien, te llevaré ¿tienes en mente alguno en espeficico? -no tenía idea de en dónde quería quedarme y mi expresión debió transmitir
Sarah¡Claro! Voy a trabajar en intensificar esta escena, añadiendo más descripciones del entorno, emociones y detalles del conflicto interno de Rubí. También incluiré algunos movimientos y diálogos adicionales que aporten dinamismo. Aquí tienes la versión revisada y ampliada:Las horas se arrastraban como una tortura en aquel lugar mugriento y sofocante. El olor a sudor rancio, mezclado con un leve tufo a cloro y algo metálico, parecía impregnarse en mi piel. Cada respiración era un recordatorio de que ese no era mi mundo. La celda estaba abarrotada de mujeres que me miraban con una mezcla de curiosidad y desdén. Todas vestían ropa ajustada, de encaje o diminutas piezas que parecían más disfraces que vestimenta. Algunas conversaban en susurros, otras reían a carcajadas que sonaban forzadas, mientras yo me quedaba en un rincón, intentando no hacer contacto visual.¿Cómo demonios terminé aquí? Cerré los ojos y dejé escapar un suspiro tan pesado que las demás podrían haberlo escuchado.
Sarah -Un auto se estacionó frente a mí justo cuando me disponía a atravesar la calle sin la remota idea de dónde estaba o a donde iba -Sube -la voz de Cristian retumbó en mis oídos mientras la ventanilla del auto bajaba despacio y mi corazón latía muy rápido En ese momento recordé que tenía puesta una camiseta de una banda de rock y pantuflas. llevaba mi monedero apretado contra mi pecho como si alguien pudiese arrebatármelo de pronto. Miré el auto unos segundos, no era el auto de Cristian, lo miré a él parecía estarse impacientando por mi demora. Rodeé el auto y subí al asiento del copiloto. -Qué haces aquí? -Fue la primera pregunta que me salió, él me miró evidentemente irritado -Se nada -dijo acelerando. Entonces entendí que él había pagado mi fianza -Lo siento, es decir... gracias -me costó agradecerle, aún estaba indignada por sus intenciones de pedirle matrimonio a Elena, como si tuviese derecho a estar enojada por eso -cómo supiste? -Estaba ahí cuando fuiste a busc
Cristhian Adoré la expresión en el rostro de Rubí, era obvio que le emocionaba la idea de trabajar. Sabía que ella estaba capacitada para el cargo, después de todo, había estudiado finanzas y había sido entrenada por uno de los CEOs más acaudalados: Xavier Xanders. -No lo sé -su expresión cambió repentinamente, como si de pronto hubiera recordado algún impedimento para no aceptar. ¿Se sentiría incapaz? -Asigaré a alguien para que te ayude mientras te adaptas -ella miraba a un punto fijo en el parabrisas del auto- no tienes que responder ahora. -Sí -dijo, levantando un poco la voz, como si un interruptor hubiera sido encendido en su cabeza. -Quiero el empleo -agregó, mirándome. Sus ojos volvían a chispear -Genial- comenzarás mañana - anuncié y aquel brillo en Rubí se desvaneció de nuevo, quería poder descifrarla, leer sus pensamientos u saber si sus dudas se debían a mí o a cualquier otra cosa -Necesito un día antes de comenzar -dijo hundiendo la barbilla en su pecho - está cami