—Entonces, dame tu consuelo toda la noche —demandó él, y ella pestañeó dudosa —. Si entras a mi habitación a estas horas de la noche, me escuchas, y me besas impulsivamente, solo puede terminar en algo. —Es todo lo que quieres de mí. —Siempre he sido sincero, aún así viniste. —Estaba preocupada —
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