—Entonces, dame tu consuelo toda la noche —demandó él, y ella pestañeó dudosa —. Si entras a mi habitación a estas horas de la noche, me escuchas, y me besas impulsivamente, solo puede terminar en algo. —Es todo lo que quieres de mí. —Siempre he sido sincero, aún así viniste. —Estaba preocupada —
—Es imposible hacerlo cuando me torturas —dijo ella con un atisbo de diversión, y él le respondió mordiéndole el costado de la cadera, haciéndola gemir sin remedio, los dedos de la chica enredándose en su espeso cabello.—Disfruta mi tortura —murmuró sensualmente, bajándole la ropa interior lentamen
—Dimitri —un gemido prolongado escapó de lo más profundo de su ser, su respiración agitada se deslizaba por la nariz, mientras el aire frío del ventanal abierto acariciaba la piel de ambos, creando un contraste con el calor que irradiaban.El gemido único de ella hizo que Dimitri perdiera la razón.
La rusa intentó colocar sus piernas sobre los hombros de Dimitri, pero las manos ancladas a ambos lados de sus muslos se lo impidieron, manteniéndolas abiertas para devorarla a su antojo mientras la observaba convertirse en una masa de súplicas y gemidos sin coherencia alguna.Justo cuando estaba li
Caliente. ¿Es normal que su cuerpo se sienta cálido en plena mañana? ¿O tal vez es a causa de un sueño húmedo?.Layla frunció el ceño, la luz matutina se filtraba por la ventana. Se movió incómoda, se sacudió y un gemido escapó de su garganta sin previo aviso. Sintió unas manos tibias deslizándose p
—Oye, no te ofendas, me gusta ser directo —sonrió y besó sus labios suavemente —. Lo que digo es que has sido bastante difícil de conseguir, y que me he dado cuenta de que tengo un tipo de fetiche con tu maltrato hacia mí. Entre más lo haces, más me engancho. Claro, si fueras más amable, sería el do
—¿Dónde está mi esposa? —una voz ronca se escuchó en el pie de la escalera. Valentino, con resaca, bajaba las escaleras vestido de ejecutivo. Aunque estaba listo para el trabajo, sus ojos revelaban cansancio y enrojecimiento por la mala noche.—Ella salió temprano —respondió Clodan sin mirarlo —. Co
Las manos de Holly temblaban sobre sus piernas, empapadas de sudor, mientras la mirada de Clodan se posaba sobre ella. Ambos estaban sentados frente a frente, ella sin tocar el café que le habían ofrecido, y él esperando a que dijera algo. Sin embargo, la incomodidad reinaba entre ellos, a pesar de