Las manos de Holly temblaban sobre sus piernas, empapadas de sudor, mientras la mirada de Clodan se posaba sobre ella. Ambos estaban sentados frente a frente, ella sin tocar el café que le habían ofrecido, y él esperando a que dijera algo. Sin embargo, la incomodidad reinaba entre ellos, a pesar de
—Clodan —murmuró ella suavemente.—Pero me gustaría que nos llamáramos por nuestros nombres solo cuando estemos los dos solos. Vamos a estar en el área laboral, por lo que todos los empleados mantienen la etiqueta.—¿Quiere decir que soy la primera en hablarte informalmente? —sonrió esperanzada.—De
—Deseaba estar a solas, me dirigí a otro lugar —tuvo que aclararlo al notar la expresión en el rostro de Valentino—. Estaba completamente sola, Valentino, sin compañía. Necesitaba mi espacio.—Está bien —suspiró aliviado—. Estuve esperándote todo el día, incluso te llamé varias veces.—He visto las
**Horas antes**Layla despidió a algunas de sus modelos tras las sesiones de fotos en el estudio de fotografía. Mientras empacaba sus pertenencias, verificó la hora en su reloj. Aunque era temprano para marcharse, el insoportable dolor de cabeza persistía, probablemente debido a que no podía dejar d
—Ahora mismo, aléjate —le pidió ella, pasando de él con objetiva determinación. Sin embargo, su intento resultó infructuoso, ya que la mano que solía someterla con fuerza atrapó su muñeca. — ¿Planeas armar un escándalo aquí afuera? Suéltame, o me aseguraré de que la seguridad te saque.—Vas a venir
Revisó su historial de contactos, su corazón latiendo fuertemente en su pecho. Se bloqueó, atemorizada y sin saber a quién llamar. La única persona que vino a su mente fue Dimitri; tenía su número, aquel que solía molestarla con llamadas y mensajes.Marcó el número, pero la primera llamada fue a par
El pulso de Dimitri marcaba el inexorable paso del tiempo, aunque en cualquier instante parecía que su arteria podría estallar. Sus nudillos se veían blanquecinos por la firmeza con la que agarraba el volante, su mandíbula tan tensa que el dolor se filtraba en sus dientes, y su pie presionaba el ace
***El pasillo se sumía en un silencio cargado de melancolía. Dimitri, con las manos en la cabeza, ocupaba una de las sillas de espera, mientras Atenea, que había logrado calmar su llanto tras llegar apresurada al hospital, permanecía a su lado. Cuando ella había llegado, Layla ya estaba ingresada e