***El pasillo se sumía en un silencio cargado de melancolía. Dimitri, con las manos en la cabeza, ocupaba una de las sillas de espera, mientras Atenea, que había logrado calmar su llanto tras llegar apresurada al hospital, permanecía a su lado. Cuando ella había llegado, Layla ya estaba ingresada e
—¿Cómo está? —Atenea fue la primera en preguntar— ¿Está estable o en estado grave?.—Tranquila, está fuera de peligro —explicó, dirigiendo su mirada a los demás miembros con rostros de preocupación —. Por suerte, fue traída a tiempo. Su estado no es el mejor. No solo fue brutalmente violada, sino ta
—Atenea.—No —repitió por tercera vez desde que llegó a la mansión con él—. Quiero estar sola, Valentino. Tampoco deseo estar contigo. Agradezco todo lo que tu primo y tú han hecho, pero lo nuestro no ha cambiado.—Podemos hacerlo —la siguió escaleras arriba—. No quiero presionarte, mucho menos desp
—Bueno, sí, ¿y qué sucede? Ambos lo queríamos.Valentino lo observó en silencio, escudriñándolo, dándose cuenta de lo que en realidad pasaba con él, pero que no quería aceptar, y por eso esquivaba cualquier afirmación de sentimientos de por medio.—Tienes miedo —dijo Valentino por fin, y su primo se
***Atenea vacilaba en la decisión de entrar. Temía lo que encontraría adentro: a Layla herida y triste. Permanecía fuera de la habitación, reflexionando sobre las palabras que podrían reconfortar a su amiga. Desde el anochecer, sin descansar, su mente se atormentaba con la brutalidad sufrida por La
—Ya te lo dije, haz lo que tengas que hacer —le dio un suave beso en la frente—. Sabes que tienes mi apoyo.—Gracias —sonrió con sinceridad—. Eres demasiado bueno; no lo merezco.—No digas eso, lo mereces —ella cambió su expresión a una culpable—. ¿Pasa algo?.—No es nada, debo irme —puso su mayor e
De esa manera, abandonó la sala dejando tras de sí un corazón palpitante y desconcertado. En su interior, experimenta sentimientos negativos hacia sí misma, aunque simultáneamente parece como si Dimitri bloqueara la entrada de esos sentimientos, sustituyéndolos por los suyos y brindándole una sensac
La tensión e incomodidad de Valentino eran palpables al ver al hombre atravesar el umbral principal, portando un elegante maletín y vestido con un traje negro. La identidad de este era más que evidente, ya que Atenea le había advertido con antelación.—Buenas tardes —se presentó el hombre de manera