—¿Qué hace este individuo aquí? —cuestiona Valentino.La pregunta de Valentino desconcierta a la rusa, quien rodea de inmediato la mesa para enfrentarlo, con las miradas de todos puestas sobre ambos.—Lenox es una pieza clave en todo esto. Lo he llamado porque es quien posee las pruebas de mis afirm
—Es increíble la astucia de estas serpientes —Atenea rompe el silencio—. Todo fue meticulosamente planeado —observa a Valentino, quien está callado, sumido en el infierno interior que se ha desatado dentro de él—. Siempre te has dejado manipular por ella, Valentino. Siempre has sido su juguete, y lo
La mansión se sumió en un silencio total tras el arresto de las dos criminales. Clodan se retiró con los oficiales, mientras Valentino subió a su habitación y se encerró, sin dirigir la mirada a nadie en el salón. Los sirvientes retomaron sus quehaceres, y Dimitri, al igual que su primo, se recluyó
—Puedes mofarte de mí ahora —esa voz ronca en su oído la desconcertó. Estaba cargada de tristeza y dolor, incluso ella podía sentirlo —. Puedes lanzarme todas las maldiciones que desees. Ya no me queda nada.—Parece que lamentas haberla perdido.—Ni por un instante la quise en mi vida —confesó, apre
***Los ojos de Atenea se perdieron en la desgracia de aquel hombre que ahora yacía acostado en la cama, sumido en el sueño profundo provocado por el alcohol. Después de haber llorado y rogado, finalmente había perdido la conciencia, obligando a Atenea a llevarlo de vuelta a su habitación casi arras
Finalmente, sus nudillos se movieron por sí mismos y golpearon la puerta. Instantes después, lamentó su decisión, pero ya era demasiado tarde.—¿Quién? —la voz ronca de Dimitri resonó al otro lado.—Soy yo —respondió ella, jugueteando nerviosa con sus dedos. No debería sentirse así, pero el aleteo e
—Entonces, dame tu consuelo toda la noche —demandó él, y ella pestañeó dudosa —. Si entras a mi habitación a estas horas de la noche, me escuchas, y me besas impulsivamente, solo puede terminar en algo. —Es todo lo que quieres de mí. —Siempre he sido sincero, aún así viniste. —Estaba preocupada —
—Es imposible hacerlo cuando me torturas —dijo ella con un atisbo de diversión, y él le respondió mordiéndole el costado de la cadera, haciéndola gemir sin remedio, los dedos de la chica enredándose en su espeso cabello.—Disfruta mi tortura —murmuró sensualmente, bajándole la ropa interior lentamen