179. El humo
179El humo se extendió rápidamente, nublando su visión y ahogando el sonido. Julieta estaba atrapada bajo el peso de Sebastián, que permanecía inconsciente encima de ella. Intentó moverse, pero su cuerpo no respondía, y su respiración era cada vez más difícil. Sus pensamientos comenzaron a desvanecerse, llevándola a un recuerdo vívido: su pequeña hija, Maxime, con su cabello rubio y sus grandes ojos llenos de inocencia. “¿Es esto lo último que veré?” pensó, mientras el mundo se sumía en un silencio absoluto y abrumador.La conciencia iba y venía, como olas golpeando una roca, llevándose todo rastro de estabilidad. Julieta no entendía qué pasaba, y las luces y las voces gritadas intermitentes a su alrededor la aturdían más de lo que ayudaban. Pero, nuevamente, la oscuridad la envolvía en su abrazo, llevándola a un lugar sin tiempo ni sentido. Cuando finalmente despertó, una calma inquietante la recibió. Una habitación blanca, silenciosa, y el pitido rítmico de una máquina cerca
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