Todos los capítulos de Reconquistando a mi amante secreta millonaria : Capítulo 91 - Capítulo 100
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91. La bruja mala
91Liliane veía a Julieta como si fuera una cucaracha y francamente Julieta estaba cansada de su auto superioridad que no tiene y no merece.Michelle y Brigitte la habían visto y ella las vio también. Pero no querían que la relacionarán con ella en la fiesta de los conde, así que se mantuvieron alejadas tratando de que las habladurías de esa noche no girarán en torno a próximo juicio.—¿Fuera de lugar? —respondió Julieta, con suavidad, su mirada evaluando a Liliane y levantó una ceja—. No me lo parece y, sí. Supongo que felicidades por agarrar a un hombre borracho y aprovecharte de él… no te hacía de esas mujeres.Liliane se acercó, su perfume empalagoso llenando el aire lo que revolvió el estómago de Julieta, hasta su bebé se negaba a agradarle la bruja mala.—¿Aprovecharme? ¿Eso te dijo, Maximiliano? —pregunta burlonamente Liliane, por dentro hervía de rabia— Vamos, Julieta , tú sabes que a Max le encanta el sexo y esa noche me hizo suya como quiso —suspiró como si recordara.—
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92. Envidia en el aire
92La presentación de Julieta como la hija menor del conde Beaumont había sido un éxito rotundo. Los murmullos de asombro y admiración no paraban de llenar la sala mientras ella y Callum, de brazos entrelazados, se paseaban entre los invitados. Cada sonrisa, cada saludo, estaba perfectamente calculado para mostrar una imagen de elegancia y poder. Julieta, a pesar de las emociones encontradas, mantenía la compostura. Esta era su noche, y no iba a dejar que nadie la arruinara.—¡La hija menor del conde Beaumont es hermosa! —¿Viste que hermosa pareja hacen los novios?—¡Yo también quiero un duque, mamá!—¡Parecen una familia muy unida y hermosa!—¡Quiero hacerme amiga de Juliette Beaumont, papi!Pero no todos estaban tan felices. Desde una esquina del salón, Liliane Williams, Michelle, y Brigitte Hawks observaban la escena con miradas cargadas de resentimiento. La envidia era palpable, casi un perfume agrio que llenaba el aire alrededor de ellas.—Que mundo alternativo es este —p
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93. Despejar su mente
93 Julieta había decidido tomarse un día para despejar su mente, había pasado una semana de su cena de ensayo y presentación a la sociedad neoyorquina más exclusiva y fue aceptada de buen grado. Todos estaban expectantes de si sería solo una burla. Entre los preparativos para la boda, el embarazo y el reciente encuentro con Maximiliano, sentía que su cabeza estaba a punto de estallar. Se dirigió a un parque cercano y visualizó su café favorito, estaba cerca del hospital donde se hizo su ecografía unas semanas atrás, el parque era un lugar tranquilo donde solía sentarse a pensar cuando necesitaba claridad, pero justo ahora se le antojo un chocolate caliente y tal vez una rebanada de pastel de frutos rojos que visualizaba desde ese lado de la calle hasta el mostrador. —El bebé necesita esa rebanada de pastel, tal vez dos —pensó en voz alta mientras se encaminaba hacia la cafetería. Lo sitios como el parque le daban una sensación de paz, así que desde que vino con Tomás le gustó y
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94. Asustada en el hospital
94Cuando Julieta despertó asustada, estaba en una pequeña habitación blanca, trató de tranquilizar su corazón acelerado. El suave sonido de los monitores y el aroma a desinfectante confirmaban que estaba en un hospital. Parpadeó, sintiendo sus ojos hinchados y la garganta seca. A su lado, Tomás estaba sentado, mirándola con preocupación. Él era su número de emergencia, el único que podían llamar en situaciones como esta.—Julieta… —dijo Tomás en voz baja, acercándose cuando vio que ella abría los ojos—. Me llamaron porque te desmayaste en la calle. ¿Qué pasó?—Yo… agua —pidió con ansias. En cuanto Tomás lo hizo la miró beber con avidez fijamente y esperando respuestas.Tomás casi se vuelve loco manejando, mínimo llegaran ocho multas por conducir como un maníaco por las calles de Nueva York.—¿Qué pasó? ¿Alguien te atacó? ¿Fueron esas mujeres avariciosa? —cuestiona Tom ya enojado por ella— es que no tienen vergüenza esas mujeres. Déjamelas a mí y yo las dejo calvas.Julieta intentó ha
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95. No sé puede ignorar
95Isabel miraba a Callum asombrada por verlo allí y sobre todo por las cosas que le trajo, nunca nadie había sido tan detallista con ella como para recordar ese tipo de detalles de sus gustos. —¿Te acuerdas de eso? —preguntó en voz baja, tomando la caja entre sus manos como si fuera un tesoro. Podía sentir sus mejillas rojas y como las mariposas revoloteaban en su vientre.Callum se encogió de hombros restándole importancia, pero evitó mirarla a los ojos.—No es algo que se olvide fácilmente —se excusa él de manera esquiva.El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez no era incómodo, sino lleno de una tensión sutil, cargada de palabras no dichas. Isabel no pudo evitar sonreír un poco, aunque su corazón latía más rápido. Estaba agradecida, pero algo en su pecho se apretaba. No sabía cómo procesar lo que estaba sucediendo entre ellos.—Gracias —dijo ella, sintiendo que sus palabras eran insuficientes.—No tienes que agradecerme —respondió Callum, en un tono casi defensi
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96. Visita anticipada
96 Isabel veía a Callum preocupada, su semblante había cambiado por completo. —¿Qué? —Callum se enderezó bruscamente en el asiento, una expresión de incredulidad cruzando su rostro—. ¿Ahora? ¿Ya han llegado? La tensión comenzó a salir en oleadas de Callum, Isabel se estremeció por ver cómo su rostro cambiaba y sintiendo la tensión en el ambiente. Un silencio tenso se apoderó del apartamento mientras Isabel observaba a Callum, quien cerró los ojos por un momento y se pasó la mano por el cabello, claramente frustrado. —Sí, estoy en camino. —Callum colgó y dejó el teléfono a un lado, con el rostro visiblemente tenso. —¿Qué pasa? —preguntó Isabel, aunque ya intuía que la respuesta no iba a ser fácil de escuchar. —Mis padres han llegado antes de lo esperado para la boda —dijo Callum, con un suspiro cansado—. Están en el hotel y quieren verme ahora mismo. El peso de esas palabras cayó sobre ambos. Isabel bajó la mirada, tratando de no mostrar su decepción, aunque una
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97. Tenemos que hablar
97 Ya el atardecer estaba cayendo y pronto la noche cubriría con su manto de estrellas la ciudad, Julieta pesar de estar nerviosa, también estaba decidida a decirle la verdad y hacerlo entrar en razón. —Tenemos que hablar —contestó ella con firmeza, cerrando la puerta detrás de sí y sin esperar sacó lo que tenía atorado en su garganta— lo sé todo, Max… como pudiste ocultarme algo así —su acusación como dagas afiladas directas al pecho de Max. Max se había quedado mudo por unos segundos eternos, que ella aprovechó para pasar a su casa y plantarse en el medio de la sala y él la siguió aturdido de verla en su casa. Una Julieta muy triste, luego de darle el alta se fue a casa de Tom, no quería ver a nadie, pero necesitaba sacar todo lo que tenían en el pecho, es por eso que le pidió a su mejor amigo su carro prestado poco menos de una hora después de llegar a su casa y manejó hasta la mansión de Maximiliano. Tom no estaba muy seguro, pero ella se veía decidida, así que creyó conven
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98. Noticia paralizante
98 Maximiliano se quedó paralizado en el centro de la sala, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones. Las palabras de Julieta resonaban en su mente como un eco aterrador: “Estoy embarazada”. Su corazón latía con fuerza, apretujado por el peso de la realidad. Había hecho daño a Julieta, una vez más, y ahora debía afrontar las consecuencias. Cuando la puerta se cerró tras ella Maximiliano sintió que resonaba en toda la casa, pero ella fue bastante silenciosa, dejándolo solo en la penumbra de la mansión. Cada instante que pasaba era como una eternidad. Sabía que el bebé era suyo; no había ni un atisbo de duda. Había perdido a Julieta y a su oportunidad de ser el hombre que ella necesitaba. Otra vez. ¿De cuántas más formas puede arruinar las cosas? Ahora, en lugar de estar a su lado, se encontraba atrapado en un dilema que lo desgarraba por dentro. Se dejó caer en el sofá, sintiendo cómo la desesperación le llenaba el pecho. La imagen de Julieta, su rostro lleno lágri
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99. Accidente
99Fueron unos largos momentos en los que Maximiliano no sabía bien donde estaba, tenía un constante pitido en el oído que lo atormentaba y un golpe en su ventana, se quedó quieto unos momentos, respirando con dificultad cuando la avalancha de imágenes de lo que había pasado con Julieta lo inunda.—¿Qué hice? —Su mente giraba, abrumada por el miedo y la culpa. Sabía que no podía dejar que la situación con Julieta lo llevara a tomar decisiones imprudentes. Se frotó las manos en el rostro, intentando calmarse.“Quería llegar tan rápido y ahora no es posible” pensó angustiado.Al salir del auto, verificó que el otro auto estuviera bien. A su lado, el conductor del otro auto lo miraba con preocupación. —¿Estás bien? preguntó el hombre. Max asintió, aunque su corazón aún latía con fuerza— ¿Necesita un médico? Hombre, no lo vi. Lo siento.El susto lo había hecho despertar, pero la realidad de su vida lo abrumaba más que nunca.—Estoy bien… no creo que necesite nada —habla Max por pri
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100. Y aunque estuviera
100 Callum le había hecho una promesa a Julieta. Sabía que, al aceptar casarse con Julieta, su deber era protegerla a ella y a su bebé, incluso si eso significaba esconder sus propios sentimientos. Pero las cosas habían cambiado y ya no quería alejarse de Isabel así que lo mejor era hablar con Julieta y ser sincero con ella y tratar de resolver las cosas lo mejor posible en pro del bienestar de ambos. En una inyección de valentía llama a Julieta, pero está no contesta así que le deja un mensaje de voz. —Hola, necesitamos hablar… mis padres llegaron antes y nos invitaron a cenar mañana a las ocho en el restaurante de su hotel y… —Callum suspiró— necesito hablar contigo antes de reunirnos con mis padres, espero me llames cuando escuches esto, Julieta, por favor es urgente. Sus pensamientos vagaron hacia Isabel nuevamente. Una imagen de ella apareció en su mente, el rostro tenso por la última conversación que tuvieron. Él sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar sus pro
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