Alejandro y Fernando eran excelentes nadadores, y en cuestión de segundos sacaron a Luciana y Mónica del agua. Alejandro sostenía a Mónica en brazos, dándole suaves golpecitos en la cara.—Mónica, Mónica, ¿estás bien?—¡Puaj! —Mónica escupió agua y recuperó la conciencia. Inmediatamente, se aferró a Alejandro y rompió en llanto.—¡Alex! ¡Me asusté mucho, por favor, no me dejes! —sollozaba.Pero la situación de Luciana era más grave.—Luciana, ¿me escuchas?Fernando la sostenía, pero no había respuesta. Con el corazón acelerado, la acostó en el suelo.—Luci, no quiero faltarte al respeto, lo siento… —murmuró, preparándose para darle respiración boca a boca.De repente, una mano fuerte lo detuvo. Al levantar la vista, vio que era Alejandro.—¿Señor Guzmán?—¡Apártate!Alejandro habló con firmeza, su mirada reflejaba emociones intensas. Empujó a Fernando a un lado y se arrodilló junto a Luciana, cubriendo su boca y nariz con una mano. Luego, sin dudarlo, ¡presionó sus labios contra los de
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