CAPÍTULO 66: MI PERRO FALDERO.—Sí —continuó ella, con la cabeza en alto—. Como legítima heredera de mi padre, soy la única que puede dirigir esto, y créeme, Artem, no va a quedarme grande. Así que... tu venganza tendrá que llevarse a cabo con alguien más. Ahora que eres libre, puedes ir y buscarte otra estúpida con la que fingir casarte para vengarte de tu padre.—No, Liana... no puedes...Ella soltó una risa fría, sin humor, casi cruel.—¿No puedo? Claro que puedo, y lo estoy haciendo. A partir de hoy todo el personal de esta mansión y de los negocios de los Moretti responden ante mí, Artem. Tú no eres nada. Y lo siento si te gustaba mucho el puesto, pero... nunca fue tuyo en primer lugar.Se puso de pie, claramente dispuesta a marcharse, pero Artem, desesperado, no pudo dejarla ir.—No, espera, krasota... tenemos que hablar.Liana se detuvo, dándole la espalda. Si antes había amado que él la llamara así, ahora odiaba esa palabra. Odiaba lo que representaba. Odiaba que le recordara
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