Todos los capítulos de MI MATRIMONIO FORZADO CON EL MAFIOSO ( PEQUEÑAS ALIANZAS): Capítulo 51 - Capítulo 60
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CAPÍTULO 50: LEY DEL HIELO.
CAPÍTULO 50: LEY DEL HIELO. Artem se movía de un lado al otro en un sueño agitado, donde el presente y el pasado se entrelazaban en un torbellino caótico. De repente, se encontró reviviendo el día que Susana murió. Pero esta vez, no era Susana quien estaba frente a él. El sonido de los disparos, el caos a su alrededor, pero el rostro que ahora miraba con horror era el de Liana. Ella se desplomó en el suelo, con los ojos abiertos, asustada y vulnerable. Corrió hacia ella, pero sus piernas no se movían lo suficientemente rápido. Todo sucedía como si el tiempo se hubiera ralentizado. —¡Liana! ¡No! ¡Dios, no! ¡Tú no, krasota! —gritó con desesperación, arrodillándose a su lado, tratando de detener la sangre que brotaba de su pecho. Sus manos temblaban, incapaces de hacer algo—. ¡No tú no! ¡No así! Las lágrimas nublaban su visión y de un momento a otro apretaba el cuerpo de Liana contra el suyo, susurrando entre sollozos. —Perdóname... —jadeó con la voz rota—. No pude salvarte... no pu
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CAPITULO 51: YA PUEDES IRTE.
CAPITULO 51: YA PUEDES IRTE.La llamada terminó, pero la sensación de insatisfacción no lo abandonaba. Ir tras Víctor era necesario, pero incluso esa misión no lograba apagar el caos que tenía en su interior. Sabía que algo más oscuro se cernía sobre ellos, algo que ni siquiera cazar a Víctor Rossi podía solucionar. Más tarde ese día, estaba listo para irse, vestido esta vez con un traje táctico para enfrentar la misión que lo esperaba. Sin embargo, algo lo perturbaba profundamente: no había visto a Liana en todo el día. Ella había tomado las dos comidas en su habitación, claramente evitando cualquier tipo de contacto, y eso le dolía más de lo que quería admitir. Ahora, parado frente a la puerta de su habitación, Artem se sentía como un niño asustado, tratando de reunir el coraje necesario para tocar. Respiró profundamente varias veces antes de finalmente levantar la mano y golpear suavemente. El silencio detrás de la puerta fue ensordecedor. Esperó unos segundos más, pero no hubo
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CAPÍTULO 52: UN AMOR UNILATERAL.
CAPÍTULO 52: UN AMOR UNILATERAL. Liana escuchó la puerta cerrarse, y el sonido pareció resonar dentro de ella como una sentencia. Sus ojos azules, ahora llenos de lágrimas, le devolvieron la mirada en el espejo. Su mano apretaba con fuerza el frasco de crema, como si fuera lo único que la mantenía conectada a la realidad en ese momento. El rechazo de Artem la golpeaba como una ola fría, una tras otra, cada una más devastadora que la anterior. Había apostado su corazón en ese matrimonio, un trato que, para él, siempre fue un acuerdo, pero para ella... para ella se había convertido en algo más, algo real. Y eso la destrozaba por dentro. Sabía que había sido una tonta al enamorarse, que Artem jamás la miraría con los mismos ojos con los que ella lo veía a él. Pero aun así, no podía permitirse el lujo de quebrarse. No ahora. Se dijo que tenía que ser fuerte, mantenerse firme y no mostrar debilidad, aunque su alma se desmoronara poco a poco. Con manos temblorosas, dejó el frasco en el
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CAPITULO 53: COMO LA PERRA QUE ERES.
CAPITULO 53: COMO LA PERRA QUE ERES.Larisa levantó una ceja con aire despreocupado, jugando con un mechón de su cabello. —Artem me pidió que viniera a recoger unos documentos antes de irse —respondió, dándole un tono ambiguo y lleno de doble sentido—. Ya te había dicho lo indispensable que soy… Liana alzó una ceja, reconociendo la insinuación en sus palabras, dio un paso hacia Larisa, reduciendo la distancia entre ambas, su mirada fija y fría como el hielo. —¿De verdad crees que tratando de insinuar que tú y Artem son cercanos vas a lograr algo? Larisa soltó una risa suave, arrogante. —No tengo que demostrar nada —replicó—. Ya lo somos. Liana sintió una oleada de furia arder en su interior, pero la mantuvo bajo control, transformando su enojo en una sonrisa divertida. Retrocedió un paso y dejó que su mirada la evaluara de arriba abajo, como si estuviera examinando algo insignificante. —Lo entiendo —dijo, chasqueando la lengua—. Puedo ver por qué Artem podría haberse entretenido
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CAPITULO 54: DOBLE JUGADA.
CAPITULO 54: DOBLE JUGADA. El caos estalló en un instante. Gritos de alerta resonaron desde la parte trasera de la casa, y las sombras que antes parecían inofensivas se llenaron de figuras armadas. Artem se agachó, el instinto de supervivencia tomando el control mientras su equipo buscaba cobertura. —¡Nos emboscaron! —gritó uno de sus hombres desde la retaguardia. Artem sintió cómo su corazón se aceleraba, pero su mente permanecía fría. Esto no era un ataque improvisado; habían caído en una trampa, cuidadosamente orquestada. Mientras las balas zumbaban alrededor de él, Alexei se deslizó hasta su lado, con el ceño fruncido y la respiración agitada. —¡¿Que hacemos?! —gruñó Alexei mientras devolvía fuego, cubriéndose detrás de un muro de concreto. Artem entrecerró los ojos, evaluando el entorno. El equipo que había posicionado estaba atrapado en un tiroteo feroz, y los enemigos parecían estar por todas partes, como si hubieran estado esperando su llegada. Apretó la mandíbula y t
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CAPÍTULO 55: UNA REHÉN REBELDE.
CAPÍTULO 55: UNA REHÉN REBELDE. —¡Artem! —gritó Alexei, corriendo hacia él mientras todo su cuerpo se tensaba. Artem estaba tirado, inmóvil. Al agacharse para revisar a su amigo, se dio cuenta de que la bala que había recibido no lo había herido de muerte. Había impactado en el chaleco antibalas, pero el golpe lo había dejado adolorido y le costaba respirar. Un alivio profundo inundó a Alexei, quien soltó el aire lentamente, relajando los hombros. Artem soltó un gemido de dolor y trató de darse la vuelta. —Puta madre, cómo duele... —murmuró entre dientes. —Tsk, parece que el diablo aún no viene por ti, hermano —dijo Alexei con sarcasmo, aunque en el fondo agradecía que Artem seguía con vida. Escuchó unos pasos acercándose y, con un movimiento fluido, levantó su arma, listo para disparar. Frente a él apareció Stefano. —¡Tú, pedazo de escoria, nos mentiste! —gritó, casi apretando el gatillo. Stefano esbozó una sonrisa divertida, como si todo aquello le resultara un juego. —Usted
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CAPÍTULO 56: CONTRA EL RELOJ.
CAPÍTULO 56: CONTRA EL RELOJ.Stefano estaba encerrado en una habitación sin ventanas, apenas más grande que un armario. El espacio era sofocante, y el aire, denso, olía a humedad y algo peor. Las paredes estaban tan cerca que podía sentir cómo el calor de su propio cuerpo se acumulaba, como si poco a poco lo fueran aplastando. Artem lo había dejado ahí, sin decirle nada, solo observándolo desde una pequeña rendija, estudiando cada tic, cada gota de sudor que caía de la frente de Stefano mientras la claustrofobia comenzaba a hacer efecto.De repente, una voz salió del intercomunicador que había instalado.—¿Cómo va eso, Stefano? —La voz de Artem sonó suave, casi amable, pero con un filo que cortaba como el hielo.Stefano, a pesar de su respiración agitada, trató de mantener su arrogancia.—Vete al diablo, Artem. Esto no cambiará nada.El otro rió. Era una risa breve y seca.—No te preocupes. Esto recién empieza. ¿Sabes qué es lo más interesante de la electricidad? —dijo desde el inter
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CAPITULO 57: AMENAZA DIRECTA.
CAPITULO 57: AMENAZA DIRECTA.La bandeja voló por el aire, chocando contra la pared y los restos de comida se esparcieron por el suelo mientras la mucama contenía un grito de sorpresa. Liana, con el pecho agitado por la rabia, se mantuvo firme frente a la mirada asustada de la mujer.—Señorita, debe comer —dijo la mujer en un tono tembloroso—. Es orden del señor.—¡Vete al diablo! —replicó, sin apartar la vista de la puerta—. Dile a tu señor que no comeré nada.La mucama retrocedió, nerviosa, y en ese preciso momento, la puerta se abrió lentamente. El aire en la habitación pareció congelarse cuando Víctor apareció en el umbral. Vestía un traje de tres piezas impecable, negro como la noche, con una camisa blanca que resaltaba el contraste. Su corbata era de un gris oscuro, ajustada con precisión, y una chaqueta de cortes afilados que delineaba sus amplios hombros. Su apariencia era imponente y elegante.Y sus ojos, negros y calculadores, se fijaron inmediatamente en Liana, haciendo que
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CAPÍTULO 58: ¿SÍ O NO?
CAPÍTULO 58: ¿SÍ O NO? Artem caminaba de un lado al otro de la sala como un león enjaulado; cada segundo que pasaba le hacía sentir que el tiempo se le escurría entre los dedos. Las palabras de Stefano resonaban en su cabeza: Víctor planea sacarla del país en horas. No podía perder a Liana. No quería perderla. Por otro lado, el recuerdo de lo que le había dicho antes lo atormentaba, esas estúpidas palabras que soltó: «No eres Susana». Él, más que nadie, sabía que no era Susana, pero esa verdad le dolía menos que enfrentar lo que Liana realmente significaba para él. Liana no solo era diferente, era más. Se había colado en su vida de una forma que Susana nunca lo había hecho. Liana lo había desafiado, lo había enfrentado, y ahora... ella era lo único que importaba. De repente, la puerta se abrió y Alexei entró, seguido de Larisa y un hombre que Artem no reconocía. El aire en la habitación se volvió más denso. —Ya revisamos las cámaras —dijo Alexei con tono serio—. El saboteador fue
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CAPÍTULO 59: UNA MUJER DESCONOCIDA.
CAPÍTULO 59: UNA MUJER DESCONOCIDA.El aire estaba cargado de tensión mientras Artem, rodeado por su grupo de hombres, esperaba dar la orden de ataque. Todos aguardaban en silencio, con armas en mano y miradas firmes, pero la mente de Artem no dejaba de darle vueltas a un solo pensamiento.—¿Cómo conseguiste a ese idiota? —preguntó en voz baja, sin volverse.Alexei, sabiendo a quién se refería, negó ligeramente con la cabeza antes de responder.—No me dio muchos detalles, Artem. Solo dijo que quería recuperar a alguien que Víctor tiene... Lo que supe es que odia a Víctor tanto como nosotros. En el bajo mundo las noticias corren rápido, y todos escucharon sobre la guerra empresarial que ambos tenían —Alexei cargó su arma—. Supongo que su odio hacia Víctor lo impulsó a ayudarnos.La explicación dejó a Artem pensativo. Si bien tenía sus dudas sobre las motivaciones de Delacroix, una cosa estaba clara: mientras la ayuda de ese hombre fuera útil para recuperar a Liana, no le importaba nada
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