CAPÍTULO 44: PARA SIEMPRE.Liana corrió sin mirar atrás, sus pasos resonaban en el suelo de la capilla. Cuando llegó frente al altar, se detuvo en seco, jadeando. Delante de ella, la imponente imagen de un Cristo en la cruz parecía observarla con ojos tristes y misericordiosos. Los ojos de Liana se clavaron en la figura sagrada, como buscando una respuesta en su silencio.Apretó los labios mientras su mente se llenaba de pensamientos contradictorios. Todo lo que había sentido por Artem, el deseo abrasador que la consumía, las mariposas que se alborotaban en su estómago cada vez que lo veía, ya no podía ignorarse. Pero ahora, allí, de pie frente al altar, comprendía que era mucho más que deseo.Había un dolor profundo, una sensación que no solo ardía en su cuerpo, sino que desgarraba su corazón. Algo que no solo la hacía querer estar con él, sino ser suya completamente.«¿Es esto lo que llaman amor?» pensó, mordiéndose el labio, luchando contra las lágrimas.Pero ese amor no era corres
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