CAPÍTULO 48: UN PASADO SIN OLVIDAR.En un almacén abandonado a las afueras de la ciudad, un hombre joven lloraba mientras se encontraba atado a una silla.—Por favor, déjenme ir... —murmuraba—. ¿Quiénes son? ¿Por qué me tienen aquí?Mientras tanto, Artem, acompañado de Alexei, lo observaba, esperando que las fotografías que acababan de enviar tuvieran el efecto deseado. Habían sido necesarios unos golpes; tal vez así Stefano iría más rápido hacia ellos. Desde que dejó la mansión y ordenó triplicar la seguridad, no había dejado de pensar en Liana y el peligro que corría. Encontrar al responsable y acabar con él se había vuelto su principal objetivo, y Artem estaba seguro de que quien había cometido el atentado no era otro que Victor Rossi.Alexei guardó su celular y miró a su amigo.—¿Y?Artem salió de sus pensamientos y frunció las cejas, confundido.—¿Y? Vamos, Alexei, este no es tu estilo. Haz la puta pregunta. —En el fondo sabía cuál era.—Bien, ya que estamos tan directos. ¿Qué pa
CAPÍTULO 49: NO ERES ELLA. El tono de Artem fue frío e impersonal mientras caminaba hacia Liana y le quitaba con brusquedad los anillos, guardando todo en el cajón. Ella lo miró atónita. —Yo no quería, yo... —balbuceó—. Solo buscaba uno de mis pendientes. Artem la miró fijamente, sintiendo una opresión en su pecho y una furia nacida de la culpa. —No vuelvas a revisar mis cosas sin mi permiso —dijo, con una dureza que ocultaba su dolor. Liana abrió los ojos, sorprendida por la distancia que Artem estaba marcando entre ellos. —¿De qué estás hablando? —De que no vuelvas a entrar en mi habitación. Cada vez más sorprendida, Liana negó y retrocedió. —¿Te volviste loco? —le cuestionó—. ¿Estás molesto solo porque agarré una m*****a foto? ¿Tanto te importa? El apretó los labios, sin responder y evadió su mirada. —Sal. Quiero estar solo. Liana se sintió humillada y dolida por las palabras de Artem. El intentó pasar a su lado, pero ella lo agarró del brazo, obligándolo a mirarlo. —En
CAPÍTULO 50: LEY DEL HIELO. Artem se movía de un lado al otro en un sueño agitado, donde el presente y el pasado se entrelazaban en un torbellino caótico. De repente, se encontró reviviendo el día que Susana murió. Pero esta vez, no era Susana quien estaba frente a él. El sonido de los disparos, el caos a su alrededor, pero el rostro que ahora miraba con horror era el de Liana. Ella se desplomó en el suelo, con los ojos abiertos, asustada y vulnerable. Corrió hacia ella, pero sus piernas no se movían lo suficientemente rápido. Todo sucedía como si el tiempo se hubiera ralentizado. —¡Liana! ¡No! ¡Dios, no! ¡Tú no, krasota! —gritó con desesperación, arrodillándose a su lado, tratando de detener la sangre que brotaba de su pecho. Sus manos temblaban, incapaces de hacer algo—. ¡No tú no! ¡No así! Las lágrimas nublaban su visión y de un momento a otro apretaba el cuerpo de Liana contra el suyo, susurrando entre sollozos. —Perdóname... —jadeó con la voz rota—. No pude salvarte... no pu
CAPITULO 51: YA PUEDES IRTE.La llamada terminó, pero la sensación de insatisfacción no lo abandonaba. Ir tras Víctor era necesario, pero incluso esa misión no lograba apagar el caos que tenía en su interior. Sabía que algo más oscuro se cernía sobre ellos, algo que ni siquiera cazar a Víctor Rossi podía solucionar. Más tarde ese día, estaba listo para irse, vestido esta vez con un traje táctico para enfrentar la misión que lo esperaba. Sin embargo, algo lo perturbaba profundamente: no había visto a Liana en todo el día. Ella había tomado las dos comidas en su habitación, claramente evitando cualquier tipo de contacto, y eso le dolía más de lo que quería admitir. Ahora, parado frente a la puerta de su habitación, Artem se sentía como un niño asustado, tratando de reunir el coraje necesario para tocar. Respiró profundamente varias veces antes de finalmente levantar la mano y golpear suavemente. El silencio detrás de la puerta fue ensordecedor. Esperó unos segundos más, pero no hubo
CAPÍTULO 52: UN AMOR UNILATERAL. Liana escuchó la puerta cerrarse, y el sonido pareció resonar dentro de ella como una sentencia. Sus ojos azules, ahora llenos de lágrimas, le devolvieron la mirada en el espejo. Su mano apretaba con fuerza el frasco de crema, como si fuera lo único que la mantenía conectada a la realidad en ese momento. El rechazo de Artem la golpeaba como una ola fría, una tras otra, cada una más devastadora que la anterior. Había apostado su corazón en ese matrimonio, un trato que, para él, siempre fue un acuerdo, pero para ella... para ella se había convertido en algo más, algo real. Y eso la destrozaba por dentro. Sabía que había sido una tonta al enamorarse, que Artem jamás la miraría con los mismos ojos con los que ella lo veía a él. Pero aun así, no podía permitirse el lujo de quebrarse. No ahora. Se dijo que tenía que ser fuerte, mantenerse firme y no mostrar debilidad, aunque su alma se desmoronara poco a poco. Con manos temblorosas, dejó el frasco en el
CAPITULO 53: COMO LA PERRA QUE ERES.Larisa levantó una ceja con aire despreocupado, jugando con un mechón de su cabello. —Artem me pidió que viniera a recoger unos documentos antes de irse —respondió, dándole un tono ambiguo y lleno de doble sentido—. Ya te había dicho lo indispensable que soy… Liana alzó una ceja, reconociendo la insinuación en sus palabras, dio un paso hacia Larisa, reduciendo la distancia entre ambas, su mirada fija y fría como el hielo. —¿De verdad crees que tratando de insinuar que tú y Artem son cercanos vas a lograr algo? Larisa soltó una risa suave, arrogante. —No tengo que demostrar nada —replicó—. Ya lo somos. Liana sintió una oleada de furia arder en su interior, pero la mantuvo bajo control, transformando su enojo en una sonrisa divertida. Retrocedió un paso y dejó que su mirada la evaluara de arriba abajo, como si estuviera examinando algo insignificante. —Lo entiendo —dijo, chasqueando la lengua—. Puedo ver por qué Artem podría haberse entretenido
CAPITULO 54: DOBLE JUGADA. El caos estalló en un instante. Gritos de alerta resonaron desde la parte trasera de la casa, y las sombras que antes parecían inofensivas se llenaron de figuras armadas. Artem se agachó, el instinto de supervivencia tomando el control mientras su equipo buscaba cobertura. —¡Nos emboscaron! —gritó uno de sus hombres desde la retaguardia. Artem sintió cómo su corazón se aceleraba, pero su mente permanecía fría. Esto no era un ataque improvisado; habían caído en una trampa, cuidadosamente orquestada. Mientras las balas zumbaban alrededor de él, Alexei se deslizó hasta su lado, con el ceño fruncido y la respiración agitada. —¡¿Que hacemos?! —gruñó Alexei mientras devolvía fuego, cubriéndose detrás de un muro de concreto. Artem entrecerró los ojos, evaluando el entorno. El equipo que había posicionado estaba atrapado en un tiroteo feroz, y los enemigos parecían estar por todas partes, como si hubieran estado esperando su llegada. Apretó la mandíbula y t
CAPÍTULO 55: UNA REHÉN REBELDE. —¡Artem! —gritó Alexei, corriendo hacia él mientras todo su cuerpo se tensaba. Artem estaba tirado, inmóvil. Al agacharse para revisar a su amigo, se dio cuenta de que la bala que había recibido no lo había herido de muerte. Había impactado en el chaleco antibalas, pero el golpe lo había dejado adolorido y le costaba respirar. Un alivio profundo inundó a Alexei, quien soltó el aire lentamente, relajando los hombros. Artem soltó un gemido de dolor y trató de darse la vuelta. —Puta madre, cómo duele... —murmuró entre dientes. —Tsk, parece que el diablo aún no viene por ti, hermano —dijo Alexei con sarcasmo, aunque en el fondo agradecía que Artem seguía con vida. Escuchó unos pasos acercándose y, con un movimiento fluido, levantó su arma, listo para disparar. Frente a él apareció Stefano. —¡Tú, pedazo de escoria, nos mentiste! —gritó, casi apretando el gatillo. Stefano esbozó una sonrisa divertida, como si todo aquello le resultara un juego. —Usted