CAPITULO 32: RENDIRSE A LOS DESEOS Él la miró atónito, sin saber qué responder. Y antes de que pudiera abrir la boca, Liana avanzó hacia él. —Te vi, Artem. Te vi dándote placer... por mí. El rostro de Artem palideció un instante, pero luego apretó los labios, tratando de mantener el control de la situación. —La próxima vez, pondré seguro en la puerta. Liana se rió suavemente, sin perder esa mirada seductora. —Ese no es el punto. —Dio un paso hacia él, reduciendo la distancia entre sus cuerpos—. Una cerradura no va a hacer que dejes de desearme. Artem negó con la cabeza, pero las palabras de Liana lo desarmaban. Su respiración se volvió más agitada, tratando de contener la tormenta de emociones que ella desataba en su interior. —Lo haces, Artem —continuó ella, con la voz firme, pero cargada de deseo—. Me deseas tanto como yo te deseo a ti. Sin previo aviso, dejó caer su traje de baño al suelo, sus senos ahora desnudos delante de él. Artem tragó duro, sus ojos fijos en l
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