CAPÍTULO 26: PEQUEÑA DESCARADA.—¿Artem? —susurró Liana, asustada y confundida.Los ojos de Artem, oscuros y aún desorientados, la miraron con intensidad, como si estuviera atrapado entre el sueño y la realidad. La tensión en su cuerpo era palpable, y Liana sintió cómo su propio corazón latía aún más rápido, no solo por el miedo, sino por la intensidad del momento.Liana sonrió, aliviada al ver que los ojos de Artem estaban abiertos, mirándola fijamente.—Gracias a Dios, ya empezabas a asustarme —susurró, y trató de ponerse de pie.Pero antes de que pudiera hacerlo, la mano de Artem rodeó su cintura, impidiéndole moverse.—¿Artem? —preguntó, vacilante, mientras su mirada caía sobre el torso desnudo de él, cubierto de tatuajes.—Yo... no quería molestarte, solo estaba preocupada. Luego me di cuenta de que estabas teniendo una pesadilla y... no podía dejarte así —dijo rápidamente, con la voz temblorosa.Artem ladeó la cabeza, sin dejar de mirarla, y su agarre en la cintura de Liana se hi
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