CAPÍTULO 38: UNA BODA PECULIAR.André miró su reloj por tercera vez y suspiró, impaciente. Miró hacia el pasillo y alzó la voz:—Julieta, ¡por favor, apúrate! —dijo con tono firme, aunque algo resignado.A su lado, Santino agitó su vaso de whisky y le dio un trago con calma, disfrutando el sabor sin prisa. Con una sonrisa burlona, añadió:—Relájate, André, mejor siéntate, porque nos va a llevar un buen rato esperar.Julieta y Sophia aún estaban arreglándose en la habitación. Ese día asistirían a la boda de Enzo, un viejo amigo en común de Santino y André, y ambas querían lucir impecables.André se cruzó de brazos, frunció el ceño y volvió a mirar a Santino.—¿Estás seguro de que es su boda? —preguntó, quitándole el vaso de whisky y tomando un sorbo sin dudar—. No he visto ningún anuncio en el periódico, y los Bianchi suelen hacer las cosas a lo grande.Santino le arrebató el vaso de vuelta, murmurando:—Sírvete el tuyo. —Luego de un trago más, continuó—. Lo sé, no hay nada en ninguna
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