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Todos los capítulos de Deseo Enfermizo : Capítulo 41 - Capítulo 50
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XLI. Incógnitas e incertidumbres
—Iniciaré la investigación lo más pronto posible. Si tus padres salieron del país debe haber registros que lo demuestren, sea que lo hayan hecho vivos o… muertos.—Julen es un maldito loco. Les dijo a toda mi familia que estábamos muertos, ¡incluso usó cuerpos de quién sabe quiénes para hacerlo más creíble!—Es un hombre que lo calcula todo demasiado bien, supongo que no contaba con que fueras a escapar.Suspiré hondo, recostando mi espalda en la cama. Hablar con Sheyla me puso feliz por una parte, pero por la otra surgió una preocupación incesante que no me permitía sentir paz. No podía estar tranquila sin saber nada de mis padres, mucho menos cuando cabía la posibilidad de que estuvieran en manos de ese loco psicópata.—¿Y si los secuestró como a mí?—Es una posibilidad que no podemos descartar —se acercó a la camilla y apoyó su mano en mi hombro, apretándolo tan solo un poco y con mucha suavidad—. Sé lo desesperante que resulta todo esto, pero confía en mí, Amanda. Te ayudaré a enc
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XLII. Querido Will
JULENEl dolor que sentía en el brazo y en la pierna me estaba desesperando a más no poder, pero no era eso lo que me tenía irritado y a punto de perder la cabeza. Estaba furioso por cómo habían salido las cosas, en especial, cuando desperté luego de haber recibido una ráfaga de disparos y no encontré a Amanda a mi lado ni en ninguna parte de la puta casa donde mi madre me había traído.Sí, en definitiva, mi mal humor radicaba en el hecho de que mi mujer se había escapado con alguno de mis hombres, que los malditos agentes de la DEA se la hubiesen llevado o simplemente ella decidiera alejarse de mí. Me enfurecía a más no poder pensar en la última posibilidad, aunque si se trataba de la primera, mataría al puto bastardo que se atrevió a ponerle una mano encima a mi mujer y a ella le daría una lección de por vida, para que nunca olvidara quién era su dueño y a quién pertenecía.Uno de mis mejores y más leales hombres entró a la habitación en la que me encontraba, trayendo en sus manos u
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XLIII. Promesa
NIKLASDesde muy joven he servido a mi país. He protegido hombres, mujeres, niños, ancianos, toda clase de personas inocentes y vulnerables al mal, pero fallé a mis promesas y a mi propia misión de vida al no poder proteger a lo más preciado que tenía; a mi hermanita.Freya era lo único que tenía en la vida junto a mi madre, pero simplemente la abandoné cuando ella más me necesitaba. Jamás podré perdonarme no haber estado ahí, al frente de ella como se lo prometí a mi padre, para ella cuando necesitara un hombro en el cual apoyarse, para protegerla de todo lo malo que la rodeaba y terminó rompiéndola sin ningún tipo de compasión.Me he culpado por años y cada día es una tortura mucho más severa al saber que su vida se apagó sin más y el brillo ya no parpadeó en sus hermosos ojos. Pensar en la chica que sonreía, bailaba y era feliz con su vida me llenaba el corazón de un odio y una furia que no podía describir, sentía que ese mal sentimiento me ahogaba y me quemaba a grandes decibles,
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XLIV. Monstruo
AMANDALa casa a la que me trajo el Agt. Stevenson parecía deshabitada, no había ni un solo ruido, se podía incluso escuchar el impacto de un alfiler caer al suelo. La soledad, la tristeza y el dolor rezumbaban en cada rincón, era como si las paredes lloraran y sangraran cada segundo e hiciera un frio que calaba hondo en los huesos.El agente me guio a una habitación en la segunda planta y me instó a acomodarme a mi gusto, dejándome en completa soledad. El cuarto era pequeño, pero tenía todo lo necesario y contaba con su propio baño privado, algo que me tranquilizó mucho sin saber por qué.Desde la ventana se podía ver todo el jardín, donde pude ver a una señora de edad cortando algunas flores y llevándolas a su nariz, antes de que el agente se acercara a ella y hablaran por unos minutos.La mirada de la mujer cayó en la ventana donde estaba fisgoneando y su sonrisa me dio paz desde la distancia. La vi asentir repetidas veces y responderle algo al agente, después le dio un abrazo que
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XLV. Dolor compartido
—Freya, no digas esas cosas, mi amor —dijo su madre, llegando a la mesa con los ojos llorosos. —Sabes que es cierto, soy un monstruo y una maldita carga —zanjó de mal humor, poniéndose de pie—. Todos saben que lo mejor que me hubiera podido pasar era que muriera, pero... Me dejaron vivir en este maldito infierno del cual ya no quería seguir siendo parte. Su madre lloró sin dejar de negar y el agente se acercó a ella para abrazarla, pero Freya retrocedió, casi tropezando con sus propios pies. —Lárgate junto con tu novia y no vuelvas nunca más. No tienes nada que venir a hacer aquí, como para que sigas haciéndolo cada vez que te plazca. Niklas no está y no hay razones para que vengas. —Vengo por ti y por tu madre, las dos son muy importantes para mí. —Sí, claro —ironizó—. Si vienes es porque mi hermano te lo pide, no porque de verdad lo desees. ¿Quién querría perder el tiempo en una persona como yo? —Freya...—No puedo entender tu dolor, nadie jamás lo hará. Tampoco puedo entender
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XLVI. Malas noticias
Los días fueron pasando con una lentitud que me terminaba de agobiar y poner el doble de ansiosa. No había ninguna noticia que me diera la calma que necesitaba, aún así, no perdía la esperanza y día a día pedía porque mi familia estuviera a salvo. El agente no había vuelto desde aquella tarde que resultó desastrosa y llena de emociones, pero quedó en venir tan pronto tuviese alguna noticia.Tenía que llenarme de paciencia y esperar, pero si Julen enloquecía —que aquello podía pasar en cualquier momento—, tenía muy en claro que ellos estaban en peligro y que no había nadie que pudiera hacer algo para salvarlos. Él no se tocaría el corazón para matarlos, eso ya lo tenía clarísimo y de solo imaginar me llenaba de tanto miedo. La convivencia con las dos mujeres no era mala, todo lo contrario, la madre de Freya era un amor, siempre preocupándose porque comiera y me sintiera a gusto. Hablábamos mucho, paseabamos por el jardín y rezaba conmigo todas las noches por mi familia y yo le retrib
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XLVII. Fuera de control
NIKLASNo podía perder más mi tiempo, debía encontrar la forma de ponerme en contacto con mi compañero o el cuartel y hacerles llegar mi ubicación, pero me resultaba imposible cuando tenía ojos encima todo el tiempo. Día a día me levantaba deseando cumplir mi propósito, aunque llevarlos a prisión no hacía parte de mis planes, además de que era estúpido encerrarlos cuando ellos tenían mucho poder y podían quedar libres sin siquiera haber pisado la estación.Julen cada vez estaba de peor humor, no solo porque aún no encontraba Amanda, sino porque su única entretención había pasado a mejor vida y no paraba de decir lo débil que había sido y que pensó que duraría un poco más, al menos hasta verlo desposar a la mujer que tanto amaba. Aún me afectaba pensar en el esposo de Amanda, en como fue perdiendo la vida en mis manos y yo no pude hacer nada para salvarlo. La impotencia y la rabia que sentí fue tanta que por un momento pensé en mandarlo todo a la mierda y acabar de raíz con el proble
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XLVIII. Furia
Llegamos a una bodega a las afueras de la ciudad y Julen me hizo entrar con él, algo nuevo, puesto que siempre que había venido a este lugar había permanecido afuera, cuidando como el resto de sus hombres lo hacían. Eso significaba que me había ganado su confianza, aunque no podía fiarme de alguien tan desequilibrado como él. Veinte minutos después de que llegamos, arribó un hombre mayor, agitado y vistiendo un traje de policía que reconocí. No era nada más ni nada menos que el jefe de la estación, un sargento que llevaba años trabajando para "proteger" al pueblo. —Espero que me hayas hecho venir para algo importante. Estaba en una reunión con el ministro y el alcalde, ya sabes, algunas nuevas normas de seguridad que quieren implementar —explicó como si nada, dándole una vaga sonrisa a Julen—. Ahora sí, ¿qué sucede? ¿Por qué traes esa cara de velorio?—¿Algo importante que quieras contarme y no hayas tenido tiempo de decirme? —inquirió—. Ya sabes, algo como una operación secreta con
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XLIX. Emboscada
—¿Qué tienes para mí? Espero que hayas puesto de todo tu empeño —le dijo Julen al mismo policía de hacía dos días, el tal Nach. —Investigué todo y no hay ninguna investigación abierta, en proceso o próxima a tu familia. Esas personas que te atacaron deben ser enemigos, no policías ni mucho menos detectives —explicó, dejando en silencio a Julen—. Piénsalo, nadie es tan estúpido como para meterse con alguien de tu familia, eso sería ponerse en bandeja de plata. Pero nunca sobran los idiotas que creen poder derrocarlos para quedarse con todo lo que ustedes han logrado por muchos años. —Si no son de los tuyos, ¿quién mierda quiere vernos caer? —se quedó pensativo—. Lo peor de todo es que me dieron mi punto más débil. Blatz. —Señor —me acerqué a él de inmediato. —Redobla la seguridad. Los enemigos están cada vez más cerca de nosotros —dijo—. Debo encontrar a Amanda cuanto antes o esos malditos perros se atrevan a ponerle un dedo encima. Por más que investigara, nunca iba a encontrar
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L. Llegó la hora
—¿Esa perra que está bien muerta? —se burló, aun sabiendo que tenía todas las de perder—. No hay venganza que valga la pena a algo tan insignificante... Perdí todo el control en cuestión de segundos. La furia contenida de años, el odio que se había sembrado en mi corazón y esos deseos de destrozarlo con mis propias manos me hicieron actuar por sí solo. El primer puñetazo lo mandó directo al suelo y la sangre salió a cantidades de su nariz, antes de que le siguiera una cadena de golpes que apenas lo dejaban tomar aire. Mis puños impactaban contra su cara con suma rapidez y fuerza, con tanta que a decir verdad no me importaba si le partía la nariz o le causaba un traumatismo a puro golpe. En ese momento solo podía pensar en acabarlo, destrozarlo, hacerlo pedazos así fuese a puñetazos. Me sentía extasiado al poder reventarle la cara como tanto lo había deseado, viendo su sangre correr, pero me era suficiente. Necesitaba destrozarlo hasta que no quedara nada de su asquerosa presencia. S
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