LVIII. No estás sola
«El tiempo lo cura todo», me había dicho Sheyla en un susurro esa tarde, cerrando nuestra conservación, pero ¿realmente lo hacía?Quizá en el pasado hubiese creído que sí, que el tiempo lo curaba todo; no obstante, cuando se estaba tan destruido en este mundo, ¿qué iba a curar? ¿Qué cura había para un alma que estaba muerta en vida?En realidad el tiempo se encargaba de hacernos olvidar todo, y podía sentirlo cada vez que intentaba recordar el rostro de mi familia e incluso rememorar sus voces. Escudriñaba en mi mente todos los momentos que había vivido con ellos, pero algunos no los podía recordar del todo.Sus rostros empezaban a desdibujarse en mi cabeza y sus voces no eran más que ecos en mi corazón, haciéndome sangrar muy lentamente. Solo en sueños podía tener una imagen clara de ellos, por eso me encantaba desconectarme de todo y dormir, porque sabía que en sueños los podía encontrar, podía estar con ellos, podía abrazarlos y sentirlos pese a que, al despertar, su ausencia me qu
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