•AMANDA•Despertar, ver el cielo gris o luminoso, ver la lluvia caer, el día y la noche pasar como un soplo, sentir el aire en el rostro, el sol calentar mi piel. En eso se habían convertido mis días, en simples e insignificantes cosas irrelevantes pasando a mi alrededor, cosas que antes agradecía y que me encantaba ver, pero que en ese momento solo podía aborrecer con todas las fuerzas de mi ser, deseando no ver ni sentir absolutamente nada. No tenía sentido vivir y ser testigo de cómo el tiempo pasaba y me sumía cada vez más hondo en un pozo que no tenía salida alguna. A donde fuese que mirara todo estaba oscuro, vacío, sin color alguno. Todo a mi alrededor estaba muerto... Yo misma lo estaba, aunque mi corazón se negaba a dejar de palpitar. No tenía ni la remota idea de qué día era, y tampoco me importaba si salía el sol o si llovía, si me bañaba o me pasaba un peine por el cabello. No había nada que me importara en ese momento más que morir. Contaba los segundos para dejar de ha
«El tiempo lo cura todo», me había dicho Sheyla en un susurro esa tarde, cerrando nuestra conservación, pero ¿realmente lo hacía?Quizá en el pasado hubiese creído que sí, que el tiempo lo curaba todo; no obstante, cuando se estaba tan destruido en este mundo, ¿qué iba a curar? ¿Qué cura había para un alma que estaba muerta en vida?En realidad el tiempo se encargaba de hacernos olvidar todo, y podía sentirlo cada vez que intentaba recordar el rostro de mi familia e incluso rememorar sus voces. Escudriñaba en mi mente todos los momentos que había vivido con ellos, pero algunos no los podía recordar del todo.Sus rostros empezaban a desdibujarse en mi cabeza y sus voces no eran más que ecos en mi corazón, haciéndome sangrar muy lentamente. Solo en sueños podía tener una imagen clara de ellos, por eso me encantaba desconectarme de todo y dormir, porque sabía que en sueños los podía encontrar, podía estar con ellos, podía abrazarlos y sentirlos pese a que, al despertar, su ausencia me qu
***Luego de varios días en los que le di vueltas a las palabras de Freya, me acerqué a ella y le confirmé mi asistencia. No me sentía lista para hablar, pero prometí hacer el intento para no terminar esta vida llena de tristeza y soledad. Haría mi mejor esfuerzo para tratar de ser feliz, si es que aún tenía la posibilidad de serlo.El consultorio de la psicóloga que atendía a la Sra. Suzanne quedaba en el pueblo cercano a la casa. Me sentía algo nerviosa y temerosa pese a que no existía ningún peligro, además de que Sheyla y Niklas nos hacían compañía. Pero quizá mi miedo radicaba en recordar lo vivido, expresarlo en voz alta y seguir cayendo en ese pozo oscuro en el cual aún seguía presa.No iba a mentir, era refrescante salir de la casa y ver más que árboles y campos. El pueblo era muy hermoso y tranquilo, se respiraba paz por sus calles e incluso las pocas personas que caminaban de un lado a otro transmitían calma. El sol estaba en su máximo esplendor, iluminando las calles y haci
Con el paso de las semanas empezaba a ver las terapias de una forma completamente diferente. La Dra. Collins era muy buena en su labor, comprometida, siempre dando las palabras justas y necesarias para hacer pensar, dejándome actividades para no tener malos pensamientos y así sobrellevar los días venideros.Si bien aún tenía mucho que sanar, cada vez que salía del consultorio me sentía más ligera. Aún lloraba, maldecía y preguntaba por qué a mí, pero empezaba a comprender la maldad que habitaba en el mundo, esa misma que arrasaba con todo a su paso sin importar las consecuencias ni los daños que ocasionara, y para desgracia mía, había sido su blanco en esta ocasión. Había tenido la mala suerte de cruzarme con la maldad y, como bien decía la doctora, aunque pensara que era cruel e injusto, debía agradecer que estaba viva, porque eso solo significaba que aún podía cumplir con propósitos que habían quedado en la cajita del olvido, que podía hacerle justicia a los seres queridos que habí
NIKLASEl lago al que llegamos era grande y muy hermoso, rodeado de frondosos árboles y senderos que bordeaban el lago. Había pequeños kioscos donde las familias podían cocinar a su gusto y disfrutar no solo de la preciosa vista, sino de la tranquilidad que el lugar transmitía. El aire era fresco pese a que el sol estaba en su máximo esplendor.Por eso me había gustado cuando me lo recomendaron. Era un lugar tranquilo para pasar en familia, sin tener preocupaciones de nada y olvidar un poco lo que nos atormentaba y toda la carga que llevábamos desde hacía tiempo.Dejé a mi madre y a las chicas cerca al lago y ellas no tardaron en hablar entre sí mientras Bruno y yo nos hacíamos cargo de preparar el almuerzo. Pero mi mirada no dejaba de desviarse a ellas, en especial a Amanda, que se veía perdida en sus pensamientos y estaba demasiado callada. No era que hablara todo el tiempo, pero sí había estado progresando con el paso de los días y se veía más animada que antes.¿Qué le sucedió si
Sacudí la cabeza y aparté la mirada de ella. ¿Qué se supone que fue eso? ¿Qué clase de pensamiento era ese? Es decir, Amanda es una mujer preciosa de pies a cabeza y, en definitiva, se veía muy linda sonriendo.Pero ¿por qué estaba teniendo el mismo pensamiento? ¿Qué me pasaba? Es bonita, y sí, me alegraba verla sonreír y reír, no es como que estuviera pensando en otras cosas que ni al caso venían. Pero incluso en mi propia mente me estaba ahogando en un vaso de agua. No podía tener ese tipo de pensamiento con ella. Estaba mal.Seguí comiendo, ignorando los raros pensamientos que estaba teniendo hablando con todos, disfrutando de la carne que habíamos hecho a la parrilla, de la ensalada, de la limonada y del pastel de arándanos que Bruno le había conseguido a Freya para comer luego del almuerzo y cantarle el feliz cumpleaños.La tarde fue divertida y estuvo llena de tanta paz. Caminamos por el lago, avistando todo tipo de aves y disfrutando del buen clima y la compañía. Todo estaba si
•AMANDA•Ese fin de semana fue tan relajante. No sabía que me hacía falta salir hasta ese momento donde pudimos estar conectados con la naturaleza y sin mayores preocupaciones, aunque hubo una pequeña pelea entre Freya y Bruno que me llevó a pensar que el viaje quedaría cancelado.Pero, para mi sorpresa y mi felicidad, cinco días después de regresar a casa, estaban listos para marcharse. La tensión los rodeaba y poco se hablaban, pero ninguno de los dos daba marcha atrás con los planes. Freya había estado nerviosa y muy ansiosa, creándose mil escenarios en su cabeza, pero nos dedicamos a decirle que todo estaría bien y que las cirugías serían todo un éxito. La despedimos con abrazos y la esperanza de que regresaría sintiéndose bien consigo misma. Y aunque Bruno no dijo ni una palabra, se notaba la felicidad e ilusión que le hacía estar a solas con ella y ser parte de su proceso de sanación.Por mi parte no había dejado de asistir a mis terapias. Aunque ahora solo me acompañaba Sheyla
No quise pensar demasiado en la actitud extraña de Niklas, así que le pedí a Sheyla que me ayudara a elegir un vestido para presentarme a la entrevista, pero todo lo que me pusiera no me gustaba ni me quedaba bien. Aún me veía muy delgada pese a que empezaba a comer más. Todo lo que me ponía me quedaba grande o mal, no me hacía sentir nada cómoda.Viendo mi frustración, la Sra. Suzanne me dio un vestido verde que pertenecía a Freya y me aseguró que ella se lo había puesto una sola vez en su vida y nunca más lo volvió a usar. Era muy hermoso, sensual y elegante, como si fuese de fiesta, pero también podría funcionar para una entrevista.Me lo puse renuente y rendida, y fue el que más a medida me quedó, aunque aún me quedaba algo suelto. Ya no tenía la misma carne que antes y eso solo me hacía sentir mal.—El vestido es hermoso, pero a mí no me queda bien —salí del baño, rozando la tela con la yema de mis dedos—. Estoy demasiado... Flaca.—Eso con el tiempo se arregla, así que no te fru