NIKLASEl lago al que llegamos era grande y muy hermoso, rodeado de frondosos árboles y senderos que bordeaban el lago. Había pequeños kioscos donde las familias podían cocinar a su gusto y disfrutar no solo de la preciosa vista, sino de la tranquilidad que el lugar transmitía. El aire era fresco pese a que el sol estaba en su máximo esplendor.Por eso me había gustado cuando me lo recomendaron. Era un lugar tranquilo para pasar en familia, sin tener preocupaciones de nada y olvidar un poco lo que nos atormentaba y toda la carga que llevábamos desde hacía tiempo.Dejé a mi madre y a las chicas cerca al lago y ellas no tardaron en hablar entre sí mientras Bruno y yo nos hacíamos cargo de preparar el almuerzo. Pero mi mirada no dejaba de desviarse a ellas, en especial a Amanda, que se veía perdida en sus pensamientos y estaba demasiado callada. No era que hablara todo el tiempo, pero sí había estado progresando con el paso de los días y se veía más animada que antes.¿Qué le sucedió si
Sacudí la cabeza y aparté la mirada de ella. ¿Qué se supone que fue eso? ¿Qué clase de pensamiento era ese? Es decir, Amanda es una mujer preciosa de pies a cabeza y, en definitiva, se veía muy linda sonriendo.Pero ¿por qué estaba teniendo el mismo pensamiento? ¿Qué me pasaba? Es bonita, y sí, me alegraba verla sonreír y reír, no es como que estuviera pensando en otras cosas que ni al caso venían. Pero incluso en mi propia mente me estaba ahogando en un vaso de agua. No podía tener ese tipo de pensamiento con ella. Estaba mal.Seguí comiendo, ignorando los raros pensamientos que estaba teniendo hablando con todos, disfrutando de la carne que habíamos hecho a la parrilla, de la ensalada, de la limonada y del pastel de arándanos que Bruno le había conseguido a Freya para comer luego del almuerzo y cantarle el feliz cumpleaños.La tarde fue divertida y estuvo llena de tanta paz. Caminamos por el lago, avistando todo tipo de aves y disfrutando del buen clima y la compañía. Todo estaba si
•AMANDA•Ese fin de semana fue tan relajante. No sabía que me hacía falta salir hasta ese momento donde pudimos estar conectados con la naturaleza y sin mayores preocupaciones, aunque hubo una pequeña pelea entre Freya y Bruno que me llevó a pensar que el viaje quedaría cancelado.Pero, para mi sorpresa y mi felicidad, cinco días después de regresar a casa, estaban listos para marcharse. La tensión los rodeaba y poco se hablaban, pero ninguno de los dos daba marcha atrás con los planes. Freya había estado nerviosa y muy ansiosa, creándose mil escenarios en su cabeza, pero nos dedicamos a decirle que todo estaría bien y que las cirugías serían todo un éxito. La despedimos con abrazos y la esperanza de que regresaría sintiéndose bien consigo misma. Y aunque Bruno no dijo ni una palabra, se notaba la felicidad e ilusión que le hacía estar a solas con ella y ser parte de su proceso de sanación.Por mi parte no había dejado de asistir a mis terapias. Aunque ahora solo me acompañaba Sheyla
No quise pensar demasiado en la actitud extraña de Niklas, así que le pedí a Sheyla que me ayudara a elegir un vestido para presentarme a la entrevista, pero todo lo que me pusiera no me gustaba ni me quedaba bien. Aún me veía muy delgada pese a que empezaba a comer más. Todo lo que me ponía me quedaba grande o mal, no me hacía sentir nada cómoda.Viendo mi frustración, la Sra. Suzanne me dio un vestido verde que pertenecía a Freya y me aseguró que ella se lo había puesto una sola vez en su vida y nunca más lo volvió a usar. Era muy hermoso, sensual y elegante, como si fuese de fiesta, pero también podría funcionar para una entrevista.Me lo puse renuente y rendida, y fue el que más a medida me quedó, aunque aún me quedaba algo suelto. Ya no tenía la misma carne que antes y eso solo me hacía sentir mal.—El vestido es hermoso, pero a mí no me queda bien —salí del baño, rozando la tela con la yema de mis dedos—. Estoy demasiado... Flaca.—Eso con el tiempo se arregla, así que no te fru
Fiel a su palabra, Niklas se mantuvo a mi lado incluso en la entrevista, algo que agradecí con el alma porque los nervios y el miedo que sentía no me permitirían hablar con el doctor.Pensé que el Dr. Brightman iba a poner algún problema porque alguien más estaría con nosotros en la entrevista, pero no dijo nada ni mucho menos hizo cuestionamientos. Todo lo contrario a lo que había creído, fue muy amable conmigo y con Niklas.—Bueno, Amanda, en realidad más que una entrevista, este es un encuentro para que nos conozcamos antes de empezar a trabajar. Confío en el criterio de Giselle y si ella te recomendó a ojo cerrado, es porque eres una persona confiable. Ahora bien, te voy a explicar tus funciones, aunque tampoco es como que sean muchas. Como te puedes dar cuenta, el consultorio es pequeño y estaremos los dos solos trabajando aquí.—Entiendo, doctor. Lo único es que no sé absolutamente nada sobre ortodoncia ni como se debe ser una secretaria de un odontólogo —admití, avergonzada—. T
Nada fue fácil, en realidad, ¿quién dijo que lo sería? Los primeros días de trabajo quería salir corriendo y esconderme de todo el mundo, pero me daba fuerzas a mí misma para no dejarme vencer tan pronto. No iba a renunciar y retroceder todo el progreso que, aunque lento, estaba teniendo.Cada día me convencía a mí misma que no todas las personas que se me acercaban eran malas o buscaban alguna segunda intención en mí. Me decía que debía confiar y no temer por más que me dieran una sonrisa amable o una mirada larga que me hacía sentir incómoda. Sin duda, a los hombres era a quienes más les temía y sentía gran desconfianza y recelo.Debía atender tanto a hombres como mujeres de todas las edades y algunos no perdían el tiempo en lanzarme algún comentario coqueto. Eran inofensivos y no rayaban lo grosero o lo vulgar, aun así, no me gustaba despertar ese tipo de comentarios en ellos. Me decían que era una chica linda con todo respeto y algunos se atrevían incluso a invitarme a salir o a t
Aunque tardamos en encontrar un lugar donde vivir, hoy al fin nos mudaremos y empezaremos una nueva etapa. La casa era pequeña a comparación de otras que vimos, pero tenía dos habitaciones que era lo que buscábamos, además de que siendo solo Sheyla y yo, el espacio era más que perfecto.No era mucho lo que íbamos a mudar de la casa de Nick, puesto que aún no terminábamos de comprar todo lo que necesitábamos, pero él se ofreció a ayudarnos con nuestras cosas y ahora nos encontrábamos subiendo todo a su auto, con una emoción que hacía latir a mi corazón con demasiada fuerza. —Siempre es duro ver partir a un hijo —dijo la Sra. Suzanne y me acerqué a abrazarla, sonriendo por sus palabras—. Espero que no olvides cuál es el camino a esta casa. Esta vieja te extrañará mucho. —Yo también los voy a extrañar a todos, pero no estaremos muy lejos, solo a unos cuantos minutos. Además de que nos vamos a ver todos los días, porque de mi presencia no se salvarán nunca, menos cuando hace esos bocadi
Las palabras de mi amiga rondaron mi cabeza por muchos días y no me dejaban tener paz alguna, por eso me di a la tarea de analizar detalladamente a Niklas, pero en él no había ningún cambio que me diera a entender que sentía algo por mí.Siempre me trataba de la misma forma, por lo que empezaba a creer que Sheyla se había equivocado y había confundido el buen trato que tenía conmigo por sentimientos que no tenía por qué sentir.Aquello me tranquilizó y me hizo estar menos tensa e incómoda a su alrededor. No me hubiese gustado perder a un amigo tan importante para mí. Niklas era alguien especial, no en el sentido romántico, sino alguien que me había rescatado y me había dado la mano aun cuando no era su responsabilidad hacerse cargo de mí.No tenía interés romántico en nadie, solo quería vivir mi vida en completa tranquilidad, y hasta ese momento lo estaba logrando. Tenía un buen trabajo, uno donde disfrutaba mucho lo que hacía. Amigos y familia que me hacían feliz, alegraban mis días