LXII. Abrazo

Sacudí la cabeza y aparté la mirada de ella. ¿Qué se supone que fue eso? ¿Qué clase de pensamiento era ese? Es decir, Amanda es una mujer preciosa de pies a cabeza y, en definitiva, se veía muy linda sonriendo.

Pero ¿por qué estaba teniendo el mismo pensamiento? ¿Qué me pasaba? Es bonita, y sí, me alegraba verla sonreír y reír, no es como que estuviera pensando en otras cosas que ni al caso venían. Pero incluso en mi propia mente me estaba ahogando en un vaso de agua. No podía tener ese tipo de pensamiento con ella. Estaba mal.

Seguí comiendo, ignorando los raros pensamientos que estaba teniendo hablando con todos, disfrutando de la carne que habíamos hecho a la parrilla, de la ensalada, de la limonada y del pastel de arándanos que Bruno le había conseguido a Freya para comer luego del almuerzo y cantarle el feliz cumpleaños.

La tarde fue divertida y estuvo llena de tanta paz. Caminamos por el lago, avistando todo tipo de aves y disfrutando del buen clima y la compañía. Todo estaba si
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