LIV. Libres

—Te aplaudiría si pudiera, pero tengo las manos atadas —escuché la voz de Julen y lo miré de reojo—. Qué manera tan interesante de hacer sufrir a un ser humano. A mí nunca se me hubiera ocurrido matar a mi madre de esa manera. ¿Por qué no lo piensas mejor y trabajas para mí, Baltz? ¿Ese es tu verdadero nombre? Supongo que no y eso es lo de menos. ¿Sabes? Tú y yo no somos tan diferentes. Buscas "hacer justicia" por la zorrita de tu hermana, pero mírate, comiendo fríamente de tu venganza y degustando su sabor con tanto placer y satisfacción —sonrió torcido—. ¿No es magnífico tener ese poder en el ser humano?

Este tipo de verdad no tenía ningún tipo de empatía ni de sentimiento en su corazón. Aun viendo a su madre muerta era capaz de hablar y bromear como si nada, cuando pensé que iba a enloquecer al verla morir tan cruelmente, pero para él no resultó más que interesante.

¿Acaso no le dolía ni un poco que la hubiese matado? ¿Realmente no sentía nada? Ella era su madre, la mujer que le di
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