A Sergio nunca le había caído bien ese tipo, y verlo intervenir ahora lo molestó aún más.— Lucía, ya te he dicho todo lo que tenía que decir. Si sigues enredándote con tipos de dudosa reputación, nadie podrá salvarte.— ¿Dudosa reputación? ¿A quién le estás llamando de esa manera? — Pedro miró fijamente a Sergio, a quien ya le tenía antipatía desde hace tiempo.— A quien le quede el saco, que se lo ponga — respondió Sergio, sosteniendo con firmeza la mirada de Pedro.Pedro sonrió, pero era una sonrisa que helaba la sangre.— Entonces no necesito ser amable.Dicho esto, Pedro le propinó un puñetazo en la cara a Sergio.— ¡Ah! — Alicia saltó asustada, apartándose instintivamente.Sergio no esperaba que este hombre pasara directo a la acción, especialmente en un restaurante propiedad de los Castro. Al ver al imbécil siendo golpeado de esta manera, Mariana sintió una satisfacción indescriptible. Ese maldito Sergio, que en su momento había perseguido de manera insistente a Lucía, ¿y para q
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