Todos los capítulos de DIVORCIADA DEL CEO ARREPENTIDO: ¡Vuelve con mis Trillizos!: Capítulo 101 - Capítulo 110
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Capítulo 101: El patán que el mundo cree que es
LUCA MAGNANILa opulencia desbordaba por cualquier rincón. Velos rojos colgando de cada columna, la pasarela iluminada tenuemente antes de comenzar el «show» y todo lleno de gente petulante con dinero. Los niños terminaron corriendo hacia Zafrina quien, como buena antecesora de Cristine, estaba ahí para ver lo que su heredera estaba haciendo, además, por lo que sabía esa señora no desaprovechaba ninguna oportunidad para estar cerca de los niños, los veía como los nietos que nunca tuvo.De pronto un borrón rojo pasó frente a nosotros, a lo lejos. Después de percibirla con la mirada, mi olfato captó su aroma. Me sentía como un lobo cazando. A lo lejos se encontraba Berenice, con sus cabellos dorados recogidos en una hermosa coleta que los hacía parecer una cascada de oro. Su rostro no estaba muy maquillado, apenas lo suficiente para que sus bellos ojos azules resaltaran y sus labios carnosos se vieran más besables. Su cuerpo estaba enfundado en un hermoso vestido rojo ceñido a su envi
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Capítulo 102: Si no es tu cuerpo y no son tus labios, no serán otros
BERENICE SPOTIDebería de estar entre las sillas más cercanas o detrás de bambalinas supervisando todo, pero preferí mantener la distancia. Recargada en una de las columnas, no pude evitar ver como Eliot y Cristine disfrutaban del espectáculo, sentados uno al lado del otro. De pronto Eliot posó su enorme mano en la pierna de ella, haciéndola sonrojar. En vez de apartarlo, cubrió su mano con la suya y se recargó en su hombro. Parecían la pareja perfecta.Cerré los ojos y desvié la mirada. Si me ponía a llorar arruinaría mi maquillaje, pero tenía un nudo en el corazón que cada vez se apretaba más. Me escondí detrás de la columna y comencé a respirar profundamente, intentando controlar mi dolor, tuve que poner ambas manos en mi pecho para poder reducir la agonía que sentía, quería aplastarla junto con mi corazón. ¿Cómo podía dejar de sentir? —Deja de torturarte de esa manera… ¿no te das cuenta? —dijo Luca a mi lado, con actitud de que siempre estuvo ahí, observando en silencio—. Eliot
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Capítulo 103: El peor error de la noche
CRISTINE FERRERADespués de compartir un par de palabras con las modelos y felicitarlas por su actuación, decidí salir del camerino, agotada. Me recargué sobre la puerta cerrada mientras las escuchaba enteramente felices. Sonreí, amasando mi nuca, el estrés me estaba matando y lo último que necesitaba era un dolor de cabeza. De pronto el olor a tabaco llegó hasta mi nariz, cuando volteé hacía el otro lado del pasillo vi entre la penumbra a Eliot, con su cigarro colgando de sus labios y sus ojos clavados en mí. Le sonreí mientras su mirada se deslizaba por todo el largo de mi cuerpo. Tenía una actitud oscura e imponente que no podía ignorar. Se acercó con lentitud sin apartar su mirada, me sentía acechada y eso me emocionó. Sin perder la sonrisa, comencé a retroceder manteniendo la distancia, antes de dar media vuelta y echarme a correr entre risas. Escuchaba sus pasos detrás de mí y cada vez que volteaba él estaba ahí, dándome espacio, pero no el suficiente para perderme de vista.
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Capítulo 104: El hijo de su corazón
CRISTINE FERRERATodo el aire de mis pulmones escapó en cuanto vi los ojos furiosos de esa mujer. Apenas retrocedí un paso cuando el tiempo se congeló y los gritos de mis hijos me pusieron la piel de gallina. En el momento que ella movió su mano frente a mí no entendí lo que quería hacer, pero si alcancé a ver el filo de su navaja cuando este relumbró con las luces del lugar. Cerré los ojos y traté de girar mi rostro, pero la distancia entre las dos no era mucha y sabía que había reaccionado tarde. Los gritos se elevaron, la sangre cayó en la alfombra roja pasando desapercibida, y todo se tornó negro al mismo tiempo. Los guardias de seguridad se abalanzaron hacia ella y la derribaron, mientras yo seguía estática. Entonces noté que no estaba al borde del desmayo y que esa oscuridad ante mis ojos pertenecía al saco del hombre que estaba delante de mí. Levanté la mirada mientras los sonidos se ensordecían a mi alrededor y entonces lo vi, era Eliot. Mis ojos se llenaron de lágrimas y ar
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Capítulo 105: Necesito tiempo, necesito espacio
CRISTINE FERRERA—Con la novedad de que si la perra loca llegó tan lejos es porque gracias al dinero de su familia consiguió que recibiera arresto domiciliario mientras se resolvían los cargos de secuestro —dijo Luca por teléfono mientras veía a mis bebés dormir. —¿Cómo es que no nos enteramos antes? —pregunté frustrada. De haber sabido que estaba fuera de la cárcel, hubiera extremado precauciones. —Pues porque tonta no es… retrasó la notificación. ¿En verdad pensaste que te mandaría una carta membretada con saludos cordiales informándote de su situación? —preguntó entre risas que solo me hicieron sentir peor—. Primita… La vida no es justa y lo que parece lógico para ti, no es lógico para los demás. Si alguien causa dolor adrede, ¡sorpresa!, lo seguirá haciendo y no pondrá carteles para informar de su siguiente golpe. Nos quedamos en silencio unos minutos mientras asimilaba sus palabras. —¿Cómo está Eliot? —pregunté en un susurro. —La herida es muy profunda y están valorando si t
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Capítulo 106: Nada está bien si corro el riesgo de perderte
CRISTINE FERRERAEntre el trabajo y mis arrepentimientos, pasaron un par de días. Las cosas parecían iguales, pero no lo eran. Nada había cambiado por fuera, pero por dentro era completamente diferente. Eliot seguía viviendo en el sillón de mi departamento hasta que me comentó durante el desayuno que estaba pensando en vender la casa que alguna vez intentamos compartir, donde en teoría formaríamos nuestra familia, y comprar un departamento más cerca, para no tener que acaparar la sala por las noches. Los niños notaban un poco el distanciamiento entre los dos, pero no había preguntas. Eliot los llevaba a la escuela y por las tardes los dejaba en mi trabajo, se comportaba como el padre dulce y amoroso que siempre había sido, pero el amigo y compañero que había conseguido desapareció. Me dejaba curar su herida por las noches, sin embargo… no había ninguna conversación, solo hablábamos lo sumamente necesario. Pero si me di cuenta de algo, las gardenias no dejaban de llegar a casa, sin i
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Capítulo 107: Hazme todo lo que desees
ELIOT MAGNANIDespués de todo ese tiempo mostrándose como una mujer fuerte y empoderada, tenía a una pequeña niña triste y vulnerable en mi regazo, llorando desconsolada. Me partía el corazón, pero también debo de admitir que me sorprendió el valor que tuvo para aceptar que se había equivocado. Todos sabemos poner excusas y pedir disculpas, pero es muy difícil aceptar que cometimos un error y arrepentirnos sinceramente por ello. —Yo también cometí muchos errores de los cuales sigo arrepentido, la verdadera pregunta aquí es… ¿ya me has perdonado? Sus hermosos ojos esmeralda se abrieron para mí y de inmediato asintió. —¿Sinceramente? ¿En verdad tu corazón no guarda rencor cuando recuerdas cada llamada no contestada y cada palabra hiriente que te dije? Entornó los ojos y volvió a asentir, mientras se inclinaba lentamente hacia mí. Pegó su frente a la mía mientras sus manos acariciaban mis mejillas con ternura. —Ya no hay rencor… ni dolor —contestó contra mi boca. Tenerla tan cerca m
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Capítulo 108: Cosas de adultos
ELIOT MAGNANICuando por fin me desperté estaba completamente adolorido y en la alfombra de la sala. Apenas me pude sentar cuando recordé la noche tan intensa que había tenido con Cristine y no pude más que sonreír. La busqué con la mirada, notando que me había dejado solo y admito que una punzada de angustia me invadió, pero el olor a tocino y huevos me hizo descifrar dónde estaba. Me acomodé los pantalones, pues era lo único que encontré, y cuando me asomé a la cocina la vi usando mi camisa, la cual cubría lo necesario, pero no lo suficiente para evitar que los pensamientos lujuriosos no se apoderaran de mi cabeza. Me acerqué por detrás de ella mientras preparaba los waffles de los niños y cuando la tuve tan cerca, estreché su cintura, pegando su espalda a mi pecho y escondiendo mi nariz en sus cabellos. Pude notar que estaba riendo por como temblaba su cuerpo y cuando por fin volteó hacia mí se colgó de mi cuello para darme un profundo beso de buenos días. Por fin tenía lo que t
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Capítulo 109: ¿Y si nos dejamos llevar?
BERENICE SPOTIPasé toda la noche dando vueltas en mi cama, no podía dejar de pensar en ese maldito beso que me había dado Luca y sus palabras. Por un lado, estaba consciente que un hombre como él tenía la suficiente habilidad para envolver con las palabras, por otro lado, ¡¿cómo resistirme cuando se trataba de alguien tan atractivo y peligroso?! Una voz dentro de mí me decía: ¿Y si nos dejamos llevar y nos quemamos un poquito en su infierno? Podemos irnos cuando queramos, cuando el calor se vuelva insoportable, cuando nuestro corazón esté suficientemente roto. —No, no, no… Eso no hacen las chicas inteligentes —dije levantándome de la cama y descolgando mi bata—. Tal vez no tengo experiencia, pero no tengo que caerme para aprender a no tropezar. De pronto un aroma diferente llegó a mi nariz. Era fresco, a hierba recién cortada, a flores, pero era imposible en este departamento que no tenía ni una sola planta. Me acerqué a las puertas dobles de mi habitación, dispuesta a buscar de dó
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Capítulo 110: El encanto de un osito barrigón
BERENICE SPOTI—Dije que alguien lo hizo, no que yo lo hice… —aclaró y su sonrisa se hizo más grande—, pero no me importa que estés sordita, con todo y tu discapacidad estoy dispuesto a quedarme con tu corazón.¡Era tan insoportable como atractivo!Antes de que pudiera hacer algo, sus manos me tomaron por la cintura y me pegaron a su cuerpo, envolviéndome en un brazo que me sonrojó. Cuando alcé el rostro hacia él, me vio con tanta dulzura que me sentí incapaz de reclamarle algo más. —Te invito a desayunar… —susurró en el momento que frotó su nariz con la mía. —¡Arruinaste mi auto! ¡¿Crees que esa es la mejor manera de llamar mi atención?! ¡Podría demandarte! —Intenté mostrarme furiosa, pero entre más tiempo pasaba entre sus brazos, más me derretía.—No te enojes conmigo, Berenice, ¿ya te dije lo hermosa que te ves hoy? —preguntó en un susurró y besó la punta de mi nariz. —¡¿Cómo no quieres que me enoje contigo?! —vociferé, pero mi cuerpo no hacía nada para salir de sus brazos—. ¡Dé
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