Con las manos en la cintura, Libi dio una vuelta sobre su eje. —¿Me veo bien? Espi asintió y eso era más que suficiente. Revisó el contenido de la mochila: yogur, cereal, una muda de ropa, pijama, un cuaderno de dibujos y el estuche. —¿Vas a llevar algo más, Sofi? Ella cogió su conejito de peluche y subieron al auto. Lucy les dio la bienvenida en su casa. Libi le entregó la mochila. —Gracias por cuidarla. —Ni hablar, nos la pasaremos genial en nuestra pijamada —estiró la mano y con Espi chocaron palmas—. Pasa, cariño. En la sala hay galletas que Doris hizo especialmente para ti. Espi se despidió de Libi con un abrazo y fue a sentarse a la sala. —Te ves preciosa, espero que te diviertas. —No voy a una fiesta, Lucy, es una cena de negocios. Ojalá algún día pueda contratar a alguien que haga esas cosas en mi lugar. —Relájate, estos eventos pueden ser divertidos. Sonríele a todo el mundo, eso ya te hará ganar unos puntos. Libi hizo una mueca que parecía una sonrisa. —Sé que
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