AlessandroNo sé en qué demonios estaba pensando. En el instante en que pensé que esto era una buena idea no recordé el pequeño detalle de estar fingiendo no poder caminar. Ahora, no solo tendré que fingir en toda la casa, sino también en mi propia habitación. Por suerte, mi estudio está adherido al cuarto pero a la vez separado por una puerta.Sin embargo, todo se compensa cuando pienso en las muchas maneras que podré molestar y provocar a la mocosa.—Que no puedo besarla —repito, recordando sus palabras antes de dejarme colgado— estoy seguro que al finalizar la semana ella misma va a pedirme que lo haga.Con una sonrisa torcida, me encierro en mi oficina para adelantar algo del trabajo. Sin embargo, cuando me siento en la mesa pensando en revisar las finanzas y las últimas ventas, mis ojos se desvían a la libreta de dibujo que tengo olvidada debajo de los documentos y por primera vez en mucho tiempo algo cambia. Una imagen fugaz atraviesa mi mente, como un rayo en una tormenta, il
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