AAAAAA que la cosa se pone buenaaaa!!
ValeriaLas dos últimas noches durmiendo con Alessandro han sido… extrañas.He estado siguiendo el consejo de Rosa, pero lo cierto es que no sé quien lleva a quién en esta situación.No puedo decir que haya sido algo malo porque no me ha hecho pasar un mal rato, pero su cercanía, el coqueteo constante y el hecho de que haya estado recordando cosas del pasado me tienen demasiado confundida.Y si a eso le sumamos el hecho de que hoy, más específicamente en una hora, es el evento de presentación, entonces puede decirse que mis nervios están por las nubes.Trato de calmar mi respiración y fijo mi mirada en el hermoso y elegante vestido que Rosa ha dejado para mi en la cama, junto con los tacones e incluso los accesorios.La tela es de seda de un azul plomo precioso que se siente como agua entre mis dedos.Con cuidado desato el nudo de mi bata y empiezo a ponerme la ropa. Primero el vestido notando que se ajusta perfecto a mis curvas, con un escote redondo que sostienen dos tiras delgadísim
AlessandroDecir que la mocosa se ve hermosa sería quedarme corto. Y el hecho de que ella ni siquiera sea consciente de la magnitud de su belleza hace que resalte mucho más.Y esa es una de las razones por la que no he podido quitarle los ojos de encima en todo el trayecto que llevamos en el carro, hasta que finalmente ella me da una mirada de mejillas sonrojadas.—Me estás poniendo nerviosa—me dice y no puedo evitar esbozar una sonrisa.Los dos últimos días han sido completamente distintos a todo lo que me imaginaba que pasaría y debo admitir que compartir la cama y el espacio con la mocosa es mucho mejor de lo que me gustaría admitir.—¿No puede acaso un hombre apreciar la belleza de su esposa?—le contesto, buscando intensificar su rubor.Pero en su lugar, veo como Valeria aprieta un poco la quijada antes de hacer una pequeña mueca y alejar la mirada de mí.—Eso no es cierto—dice y ahora es mi turno de fruncir el ceño.—¿Qué es lo que no es cierto, Valeria?—pregunto y la tomo de la
ValeriaNo sé que se ha apoderado de mí para hacer que dijera lo que dije, pero fue como si algo dentro de mí se encendiera al ver a Clara y Lucas burlarse de Alessandro, por algo que, por lejos, es totalmente falso.Dios bendito, es que ni siquiera me importó el miedo de tener a Emilia cerca y debo admitir que me sentí mejor que nunca.Ahora camino al lado de Alessandro que va guiando su silla de ruedas hacia el podio y soy muy consciente de la sonrisa engreída que lleva en el rostro y sé que solo es cuestión de tiempo para que haga algún comentario.Sin embargo, lo que me dice no es para nada lo que esperaba.—¿Cómo te has sentido, mocosa?—pregunta finalmente cuándo llegamos a una mesa cerca de la tarima y veo a Matteo sentarse.No tengo que preguntar a qué se refiere porque lo sé muy bien, sin embargo antes de que pueda contestar él agrega:—¿Cómo te sentiste al ver que dejabas callada a tu prima, tu tía y al estúpido de mi primo y ellos no pueden hacerte nada por eso?Siento como e
AlessandroEste día ha dado un giro tan increíble, que si alguien me hubiese dicho lo que estaba por pasar, no me lo hubiese creído.Es que la mocosa no ha dejado de sorprenderme, primero bromeando en el auto, luego defendiendo “mi hombría”, y la cereza del pastel, lo que me dejó con un doloroso problema entre las piernas, ha sido verla sentarse sobre mi llevando ese m4ldito vestido de infarto para luego besarme de la forma en que lo hizo.Sin embargo, nada se compara con la satisfacción que siento al ver la cara de sorpresa, odio y rabia total que tienen Ramón y Emilia en estos momentos. Entonces, porque quiero verlos revolcarse en su lugar, extiendo una mano hacia dónde Valeria se encuentra sentada en primera fila y en el instante en que ella se pone de pie y empieza a caminar hacia la tarima, la sala entera rompe en aplausos y los flases de las cámaras de los periodistas enloquecen.—Poderosa y segura—le digo en voz baja cuándo llega a mi lado y ella se sonroja de manera deliciosa a
ValeriaNo tengo ni idea a dónde me va a llevar Alessandro, si realmente vamos a celebrar o simplemente lo dijo para sacarme de ahí, pero sea como sea lo agradezco.Este día ha sido como una montaña rusa de emociones y por raro que sea no todo ha estado mal, de hecho me ha hecho sentir mejor que nunca.Es solo cuándo estamos dentro del auto y Lorenzo arranca que me atrevo a girar el rostro hacia Alessandro, solo para descubrir que me está mirando. —¿A dónde vamos?—pregunto, sintiendo como la emoción y los nervios siguen presentes en mi cuerpo.—¿A dónde quieres ir, mocosa? Estamos celebrando tu nombramiento.Sus palabras hacen que un estremecimiento me recorra el cuerpo, pues hace mucho tiempo que deje de soñar con volver a pisar la empresa de mis padres y sinceramente no sé si estoy lista para hacerlo.—Sobre eso… no me habías dicho nada ¿En serio la empresa va a ser mía?—pregunto y no consigo ocultar los nervios en mi voz.—Siempre lo ha sido, mocosa. Simplemente vamos a recuperarl
PREFACIO El viento sopla con fuerza entre los árboles, susurrando palabras de despedida mientras las nubes grises se amontonan sobre el cementerio. Valeria Fiore, de apenas quince años, se aferra al último recuerdo tangible de sus padres: dos lápidas recién colocadas frente a ella. Las lágrimas resbalan por sus mejillas mientras susurra una oración desesperada para que vuelvan. A su lado, su tía Emilia observa con impaciencia, un brillo de triunfo en sus ojos oscuros. —Vamos, Valeria—, dice con un tono severo, tirando suavemente de su brazo. —Esto no va a durar para siempre. Ahora tú vienes conmigo. Las cosas serán diferentes a partir de ahora, y tendrás que ganarte tu lugar en mi casa. Valeria asiente con la cabeza, incapaz de encontrar su voz, y se deja arrastrar hacia un futuro incierto, mientras la fría tierra parece querer tragarse su última pizca de esperanza.A kilómetros de distancia, Alessandro Rossi despierta en una habitación de hospital con un dolor sordo en el cu
AlessandroEl frío de Milán penetra hasta los huesos, un reflejo perfecto del hielo que ha invadido mi corazón estos últimos cinco años. Mientras el auto avanza por el camino que me lleva a la mansión de los Fiore, ese monumento decadente a una familia llena de secretos y traiciones. Mi ira se aviva con cada metro recorrido; el rencor que me ha mantenido vivo desde aquel accidente vuelve a hacer acto de presencia. Mis pensamientos regresan al pasado, a aquella fatídica noche cuando el carro perdió el control. La imagen del auto volcando, los gritos de mi padre, y luego... nada. Oscuridad. Despertar en un hospital, mi cuerpo roto y mi alma aún más. Desde entonces, el odio se ha convertido en mi compañero constante, alimentado por la certeza de que alguien de la familia Fiore está detrás de todo. No tengo pruebas, aún, pero lo que tengo es una promesa: haré que paguen.Hoy, esa promesa comienza a cumplirse.La mansión Fiore se alza ante mí, una reliquia de tiempos mejores, tan de
ValeriaLa mañana se cierne sobre mí con una frialdad implacable. Apenas un débil resplandor atraviesa las cortinas, y Rosa ya está en mi puerta. Me entrega una hoja de papel con una mirada de compasión que apenas puedo soportar.—Tienes que comenzar a atender al señor”, dice, su voz baja, como si compartiera un secreto incómodo.Siento una punzada de ansiedad mientras leo la lista de tareas. Es interminable, un desfile de quehaceres que parece burlarse de mi resistencia. Desde preparar un desayuno digno de un banquete hasta asegurarme de que cada rincón de esta enorme casa esté impecable. Mis ojos recorren la hoja, deteniéndose en cada tarea absurda: limpiar los ventanales que se elevan como gigantes de cristal, planchar la interminable colección de camisas de Alessandro, pulir la plata, ordenar la biblioteca, organizar los papeles en su oficina... La lista continúa sin piedad.El día anterior no había cenado y, con el estómago vacío desde hace más tiempo del que puedo recordar,