Cariñitos, se que es tarde, pero acá les dejo otro capítulo!!! La cosa se ha puestoo buenaa!! jajajaja
ValeriaNo sé que se ha apoderado de mí para hacer que dijera lo que dije, pero fue como si algo dentro de mí se encendiera al ver a Clara y Lucas burlarse de Alessandro, por algo que, por lejos, es totalmente falso.Dios bendito, es que ni siquiera me importó el miedo de tener a Emilia cerca y debo admitir que me sentí mejor que nunca.Ahora camino al lado de Alessandro que va guiando su silla de ruedas hacia el podio y soy muy consciente de la sonrisa engreída que lleva en el rostro y sé que solo es cuestión de tiempo para que haga algún comentario.Sin embargo, lo que me dice no es para nada lo que esperaba.—¿Cómo te has sentido, mocosa?—pregunta finalmente cuándo llegamos a una mesa cerca de la tarima y veo a Matteo sentarse.No tengo que preguntar a qué se refiere porque lo sé muy bien, sin embargo antes de que pueda contestar él agrega:—¿Cómo te sentiste al ver que dejabas callada a tu prima, tu tía y al estúpido de mi primo y ellos no pueden hacerte nada por eso?Siento como e
AlessandroEste día ha dado un giro tan increíble, que si alguien me hubiese dicho lo que estaba por pasar, no me lo hubiese creído.Es que la mocosa no ha dejado de sorprenderme, primero bromeando en el auto, luego defendiendo “mi hombría”, y la cereza del pastel, lo que me dejó con un doloroso problema entre las piernas, ha sido verla sentarse sobre mi llevando ese m4ldito vestido de infarto para luego besarme de la forma en que lo hizo.Sin embargo, nada se compara con la satisfacción que siento al ver la cara de sorpresa, odio y rabia total que tienen Ramón y Emilia en estos momentos. Entonces, porque quiero verlos revolcarse en su lugar, extiendo una mano hacia dónde Valeria se encuentra sentada en primera fila y en el instante en que ella se pone de pie y empieza a caminar hacia la tarima, la sala entera rompe en aplausos y los flases de las cámaras de los periodistas enloquecen.—Poderosa y segura—le digo en voz baja cuándo llega a mi lado y ella se sonroja de manera deliciosa a
ValeriaNo tengo ni idea a dónde me va a llevar Alessandro, si realmente vamos a celebrar o simplemente lo dijo para sacarme de ahí, pero sea como sea lo agradezco.Este día ha sido como una montaña rusa de emociones y por raro que sea no todo ha estado mal, de hecho me ha hecho sentir mejor que nunca.Es solo cuándo estamos dentro del auto y Lorenzo arranca que me atrevo a girar el rostro hacia Alessandro, solo para descubrir que me está mirando. —¿A dónde vamos?—pregunto, sintiendo como la emoción y los nervios siguen presentes en mi cuerpo.—¿A dónde quieres ir, mocosa? Estamos celebrando tu nombramiento.Sus palabras hacen que un estremecimiento me recorra el cuerpo, pues hace mucho tiempo que deje de soñar con volver a pisar la empresa de mis padres y sinceramente no sé si estoy lista para hacerlo.—Sobre eso… no me habías dicho nada ¿En serio la empresa va a ser mía?—pregunto y no consigo ocultar los nervios en mi voz.—Siempre lo ha sido, mocosa. Simplemente vamos a recuperarl
PREFACIO El viento sopla con fuerza entre los árboles, susurrando palabras de despedida mientras las nubes grises se amontonan sobre el cementerio. Valeria Fiore, de apenas quince años, se aferra al último recuerdo tangible de sus padres: dos lápidas recién colocadas frente a ella. Las lágrimas resbalan por sus mejillas mientras susurra una oración desesperada para que vuelvan. A su lado, su tía Emilia observa con impaciencia, un brillo de triunfo en sus ojos oscuros. —Vamos, Valeria—, dice con un tono severo, tirando suavemente de su brazo. —Esto no va a durar para siempre. Ahora tú vienes conmigo. Las cosas serán diferentes a partir de ahora, y tendrás que ganarte tu lugar en mi casa. Valeria asiente con la cabeza, incapaz de encontrar su voz, y se deja arrastrar hacia un futuro incierto, mientras la fría tierra parece querer tragarse su última pizca de esperanza.A kilómetros de distancia, Alessandro Rossi despierta en una habitación de hospital con un dolor sordo en el cu
AlessandroEl frío de Milán penetra hasta los huesos, un reflejo perfecto del hielo que ha invadido mi corazón estos últimos cinco años. Mientras el auto avanza por el camino que me lleva a la mansión de los Fiore, ese monumento decadente a una familia llena de secretos y traiciones. Mi ira se aviva con cada metro recorrido; el rencor que me ha mantenido vivo desde aquel accidente vuelve a hacer acto de presencia. Mis pensamientos regresan al pasado, a aquella fatídica noche cuando el carro perdió el control. La imagen del auto volcando, los gritos de mi padre, y luego... nada. Oscuridad. Despertar en un hospital, mi cuerpo roto y mi alma aún más. Desde entonces, el odio se ha convertido en mi compañero constante, alimentado por la certeza de que alguien de la familia Fiore está detrás de todo. No tengo pruebas, aún, pero lo que tengo es una promesa: haré que paguen.Hoy, esa promesa comienza a cumplirse.La mansión Fiore se alza ante mí, una reliquia de tiempos mejores, tan de
ValeriaLa mañana se cierne sobre mí con una frialdad implacable. Apenas un débil resplandor atraviesa las cortinas, y Rosa ya está en mi puerta. Me entrega una hoja de papel con una mirada de compasión que apenas puedo soportar.—Tienes que comenzar a atender al señor”, dice, su voz baja, como si compartiera un secreto incómodo.Siento una punzada de ansiedad mientras leo la lista de tareas. Es interminable, un desfile de quehaceres que parece burlarse de mi resistencia. Desde preparar un desayuno digno de un banquete hasta asegurarme de que cada rincón de esta enorme casa esté impecable. Mis ojos recorren la hoja, deteniéndose en cada tarea absurda: limpiar los ventanales que se elevan como gigantes de cristal, planchar la interminable colección de camisas de Alessandro, pulir la plata, ordenar la biblioteca, organizar los papeles en su oficina... La lista continúa sin piedad.El día anterior no había cenado y, con el estómago vacío desde hace más tiempo del que puedo recordar,
El día comienza con una sensación de irritación que se arrastra desde el momento en que abro los ojos. La luz del sol se filtra por las cortinas pesadas de mi habitación, y el recuerdo de la presencia de Valeria Fiore en mi casa me consume de ira. Todo en mí se tensa al pensar en la mocosa que he tenido que aceptar en mi vida. Aunque nuestra relación está anclada en el deber y en un deseo de venganza, la idea de su mera existencia bajo el mismo techo es suficiente para ponerme de mal humor.Sin embargo, solo imaginar la satisfacción que voy a sentir al cobrar mi venganza día tras día me ayuda a aliviar el malestar.Mientras salgo de la casa dando un portazo detrás de mí, no puedo evitar evocar el momento en que ella me dijo, casi tímidamente, que había preparado el desayuno. ¿De verdad pensaba que yo, Alessandro Rossi, iba a sentarme a comer con ella? La única razón por el cuál agregué el desayuno en la lista de deberes es para recalcar cuál va a ser su lugar en mi casa. Quiero qu
ValeriaLa vergüenza y la humillación se han entrelazado dentro de mí, al tiempo que el miedo no me ha abandonado desde que entré en mi habitación corriendo.Él dijo que me castigaría.Las palabras se repiten en mi mente una y otra vez y puedo sentir como mis ojos se llenan de lágrimas al pensar en todas las veces que mi tía que dijo esas mismas palabras y todo lo que me hacía, todo lo que ellos me hacían.Un toque en la puerta hace que todo mi cuerpo se tense y me acurruco mucho más bajo las sábanas. No sé qué hora es exactamente pero puedo notar que ha oscurecido. El sonido llega a mi oído nuevamente y en el instante en que la puerta se abre cierro los ojos y hago mi mejor esfuerzo por aparentar que estoy dormida.Cuando escucho pasos entrando, me doy cuenta que no puede ser Alessandro, sin embargo no abro los ojos.—Niña tonta, ¿Por qué entraste a su habitación?—La voz de Rosa es baja y casi pesarosa, pero no me fío, así que sigo con los ojos firmemente cerrados.La mujer deja salir