AlessandroLo bueno de ser el dueño, es que puedo entrar y salir de la empresa cuándo quiera, sin importar que sea domingo, tal como está pasando ahora.Y ese es un pequeño detalle que estoy seguro que la mocosa no había tenido en cuenta cuándo dijo que quería venir a la empresa.—¿Está cerrada?—escucho que pregunta cuándo el vigilante abre la puerta y me saluda con un asentimiento, pero no hay nadie más en la recepción.—Bueno, es domingo mocosa. Aunque pienses lo contrario, no soy tan malo para hacer venir a los trabajadores hoy.Puedo notar como sus mejillas se colorean, antes de que sus labios se abran, seguramente buscando algo que decir, pero nada salga de ellos. Por lo que decido avanzar la silla hasta el ascensor y cuándo me doy cuenta que la mocosa no está a mi lado, giro el rostro para verla paralizada en el mismo lugar.—¿Vienes, Valeria?La mocosa parece estar debatiéndose una guerra interna en su cabeza, sin embargo, la veo dar un paso tentativo en mi dirección antes de pr
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