ValeriaEl sol de la tarde cae suavemente sobre mi cabello, iluminando el jardín en el que estoy jugando. Siento la calidez en mi piel mientras corro entre las flores, riendo, olvidando por un momento que hay adultos hablando cerca. Mi vestido de encaje blanco se mueve con el viento, y la risa de mis padres se mezcla con la brisa. Gira alrededor de mí, como un abrazo que no quiero soltar.De repente, lo veo. Un muchacho de cabello oscuro y ojos brillantes, de unos trece años, se acerca con una sonrisa que hace que mi corazón palpite de emoción. Lo reconozco al instante, y sin pensarlo, corro hacia él, sintiendo la felicidad burbujeando en mi interior.—¡Hola, principessa Fiore! —dice, su voz es suave y cálida—. ¿Me extrañaste?—¡Claro que sí! —respondo, lanzándome a sus brazos, sintiéndome segura y feliz—. No olvides que yo seré la Reina Rossi algún día, aunque no lo aceptes, estoy segura de que vamos a casarnos.Nuestras risas se mezclan con las de los adultos, y cuando giro la cabez
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