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81.
Era una relación por despecho. Y al mismo tiempo era una relación de verdad. Fue mi primer noviazgo de verdad.Emiliano me llamaba “bebé”. Me besaba en público y todos sus amigos sabían que era mi novio. Lo acompañaba a las fiestas y él tenía la costumbre de nalguearme, aunque hubiera personas presentes. Solíamos tener sexo en lugares públicos, como baños de discoteca y también en el campus de la universidad.Pasaba mucho tiempo en su departamento, en su clóset había ropa mía y a veces me quedaba a dormir con él cuando se me hacía tarde para volver a la casa.Con el tiempo me acostumbré a nuestra relación, teníamos una monotonía, él ocupaba una parte importante de mi vida. Sus amigos eran mis amigos. Mi tiempo libre era su tiempo. Y aprendí a quererlo… Sobre todo, porque él era
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82.
“Ay no, le va a hacer daño” pensé e intenté levantarme. Mi cabeza dolía demasiado. Pero como pude corrí hacia el ascensor, donde pude divisar la silueta de la joven asustada oprimiendo el botón del ascensor y a Emiliano tomarla del cabello.Cuando mi visión volvió, logré verlo a él golpearle fuertemente el rostro y ella suplicar clemencia. Mis pies estaban congelados.—¡¿Vas a abrir la boca?! —le gritó él.—¡No, no lo haré! —chilló ella, con su boca ensangrentada.Entonces vi que el ascensor abrió sus puertas y de un impulso entré, oprimiendo con ansiedad el botón para que las puertas se cerraran. Cuando Emiliano reaccionó al ver que me estaba escapando, era demasiado tarde.—¡MALDICIÓN! —gritó.Razón número tres para
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83.
Llevo media vida temiendo que Penélope muera. Cuando la veía reír me daba la impresión de estar observando a un ángel. Tan hermosa, tan frágil, tan… fugaz.Es un recuerdo que intento no olvidar, porque sé que pude haberlo impedido. Por años me culpé por haber permitido que sufriera tanto, porque pude haberlo evitado. Me equivoqué tanto y olvidé su fragilidad.Era final del segundo semestre del año, solía llover mucho y al mismo tiempo se sentía un calor húmedo en el ambiente que me parecía incómodo.Me encontraba en mi apartamento con Claudio y su novia del momento estudiando para los exámenes finales. De pronto, escuché mi celular sonar en mi habitación, así que fui a contestar. Era Jairo. Al instante supe que había un problema.—Alessandro —dijo, él no era de llamarme por mi n
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84.
Penélope logró sobrevivir, pero estuvo en estado crítico por muchos días. Su recuperación fue muy lenta.Cuando ella logró despertar y estar fuera de peligro, me enteré de que Emiliano tenía una nueva novia. Aquella idea me estaba volviendo loco. Mientras Penélope se batió entre la vida y la muerte por semanas, él no tuvo consecuencia alguna, ya que, aunque lo arrestaron por agresión, su familia pagó una fianza y salió en libertad sin ni siquiera pasar una noche en la cárcel.Y no era el único que estaba enojado y con ganas de cobrar venganza. Claudio había perdido a su novia porque ella no logró superar el haberse equivocado, quedó traumatizada después de ver sin vida a Penélope. Por más que intentamos tranquilizarla diciéndole que ella se estaba recuperando, siguió insistiendo que pudo haber hecho m&aa
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85.
He vivido por años con la sensación de ser una perdedora, una miedosa y una cobarde; sobre todo, me he dicho que soy demasiado cobarde. No fui capaz de enfrentarme a Emiliano. Tuve tantas oportunidades de al menos reclamarle por lo que me hizo, pero no fui capaz de musitar ni una sola palabra.He sido tan cobarde que perdí la voz por meses.Un año después de haberme intentado quitar la vida, me llegó un mensaje de una mujer al celular. Me dijo que era la mujer que estuvo con Emiliano aquel día, que quería hablar conmigo.Nos encontramos en un pequeño restaurante cerca de la universidad y tomamos café. Fue un día de verano, la brisa soplaba alegre y los árboles de roble se veían con las hojas sumamente verdes.Su nombre era Rubiela, llevaba el cabello hasta los hombros, pintado de negro; era alta, delgada, de piel bronceada y tenía unos hermosos ojos color miel.Rubiela me pidió perdón, me dijo que Emiliano no le había dicho que tenía novia, que, de hecho, la estuvo pretendiendo por me
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86.
Yo en aquellos años intenté olvidar mi doloroso pasado, hasta me había hecho cirugía plástica para eliminar las cicatrices de mis piernas.—¿Por qué no lo olvidas? —pregunté.Me parecía que Rubiela logró tener una vida bonita; se había casado con el presidente de uno de los bancos más importantes del continente y él la amaba, la tenía viviendo como una reina; tenía una hija de dos años; y había heredado el banco de su familia, así que era inmensamente rica.—Porque yo no olvido mis deudas —contestó—. Emiliano me debe dos años de mi vida donde fui completamente miserable y debe pagarme por ello. ¿Acaso tú no quieres vengarte por el daño que te hizo?—Lo que quiero es seguir viviendo mi vida —le respondí.—¿Sientes que ya lo has su
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87.
Luciano ha llegado a mi oficina para hablarme de la fiesta, además que parece interesado en hacer la publicidad de su marca de ropa con nosotros. Sin embargo, desde que llegó no deja de mirar a Gloria, cada vez que ella pasa por mi oficina, sus ojos se van con ella, pues la pared es de vidrio y se puede ver el pasillo.—¿Está soltera? —pregunta Luciano.No sé por qué creí que Luciano era homosexual, tal vez por el estereotipo de que los diseñadores de moda lo son.—Creo que sí —contesto mientras veo los bocetos de los vestidos que él ha diseñado para mi fiesta, todos son de noche, bastante llamativos, pero al mismo tiempo elegantes. Sin duda tiene buen gusto y sabe lo que hace.—¿Cómo se llama? —inquiere y se acoda en el escritorio.—Quién?—Tu asistente —responde con tono obvio.&mdas
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88.
—Dile que cene con nosotros, pasaré por ustedes —dice Alessandro.—Bien —acepto y cuelgo la llamada.Voy a darle a Luciano la cita que tanto me está pidiendo esta misma noche.—Bueno, es hora de descansar —informo mientras me levanto de la silla—. Luciano, Alessandro pasará por nosotros, nos ha invitado a cenar. —Volteo a ver a Gloria—. ¿Quieres venir con nosotros?—¿Qué? —inquiere—. Oh, no, muchas gracias, señorita Pen.—Vamos, ven con nosotros —la animo.Luciano entiende la situación y por fin toma iniciativa.—Ven con nosotros, yo te invito —propone.Gloria se ruboriza y acepta tímidamente..Alessandro se sorprende cuando ve a Luciano acompañado por Gloria, al mismo tiempo parece algo nervioso, porque debe llevar a tres personas más en el a
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89.
Estoy en el apartamento de Alessandro, quiero pasar la noche con él. Ahora que somos novios, puedo dejarlo seco, hasta que me embarace. Él no lo sabe, pero he creado todo un plan para quedar embarazada. Hoy no es mi día con más probabilidades, pues apenas si se me ha ido la menstruación, pero tengo muchos deseos de estar con él.Me está esperando en la habitación, le dije que iría un momento al baño. Me he puesto una de las lencerías de encaje que he comprado, específicamente, la roja carmesí, tiene ligueros y unas medias veladas.Salgo del baño y lo encuentro leyendo, recostado en la cama; trae puestos aquellos lentes de marco grueso, los cuales se quita cuando me ve acercarme.—Oh, Pen… —susurra, saliendo del estupor.Camino de forma seductora hasta la cama y Alessandro rodea mi cintura con sus brazos, atrayéndome. Comienza a besar
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90.
—Yo si noté que se ruborizó, pero creí que era tímido —sigue relatando Gloria—. Y me pareció que se veía tan tierno que empecé a molestarlo y me quité la camisa por completo. Entonces me pidió que parara y que me pusiera la camisa, estaba nervioso y fue cuando empecé a creer que tal vez me había confundido y él… tal vez y guste de mí. —Se lleva las manos a las mejillas—. Qué imprudente he sido.—No es como que fueras la primera mujer que ve en paños menores —la calmo—. Luciano es diseñador de alta costura, ve supermodelos a diario. —Me acodo en la mesa—. Es un buen partido, si te conviertes en su novia y después se casan… terminarás ganando un gran esposo.Sus ojos se abren con espanto.—¡Pero él a mí no me gusta! —exclama.Pob
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