Han pasado varias horas y aún no puedo creer todo lo que ha sucedido. Lucian está muerto, y Livia, finalmente, está en la cárcel. La pesadilla parece haber terminado, pero el miedo todavía me consume. En este momento, Omar me tiene abrazada, brindándome una sensación de seguridad mientras observo a las niñas dormir en sus cunas, sus pequeñas respiraciones tranquilas me reconfortan.—Fui tan estúpida al confiar en Lucian —susurro, sintiendo una mezcla de culpa y arrepentimiento que me abruma.—No es tu culpa. El imbécil fui yo. Si no te hubiera lastimado, no habrías conocido a ese... —me interrumpe, su voz cargada de emoción. Luego, deja un beso suave en mi frente—. Te amo tanto, Emily.Su calidez me envuelve, y el peso de mis preocupaciones se aligera, aunque sea por un momento. Omar se acerca y me da un pequeño beso en los labios, un gesto que me recuerda lo que hemos superado y lo que aún está por venir.—No tendrás problemas legales por ese tipo, ¿verdad? —pregunto, ansiosa, aunque
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