Sintiéndose incómoda, Sofía sacudió el brazo de Mateo: —Cariño, ¿qué pasa?Mateo volvió en sí y negó con la mano:—Nada. Ya estoy bien. Concéntrate en tus clases, no necesitas venir más.—Los próximos días estaré muy ocupado con asuntos de la empresa, así que no tendré tiempo para acompañarte.Sofía se quedó perpleja por un momento, pero asintió sonriendo: —De acuerdo, entiendo.Al salir de la villa, la sonrisa de la joven se desvaneció, sintiendo un peso en el corazón y una sombra en los ojos. Era evidente que algo había pasado por la mente de Mateo, algo que antes no estaba ahí.Tras dudar, sacó su teléfono y llamó a Manuel, el único amigo de Mateo con quien tenía contacto. Al conectar la llamada, forzó una sonrisa:—Manuel, buenas noches. ¿Ha pasado algo en el hospital estos días? Acabo de salir de la villa y Mateo parece estar de mal humor. ¿Lucía lo ha molestado de nuevo?Al otro lado de la línea, Manuel, que apenas había conseguido el número de una chica en el bar, respondió apre
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