Capítulo 49
Manuel le dio una palmada entusiasta en el hombro a Mateo:

—¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no nos avisaste? Tenemos una habitación arriba, ¿quieres venir a beber con nosotros?

Mateo se frotó las sienes:

—No, gracias. Ustedes sigan.

Viendo a Mateo marcharse, Manuel se quedó perplejo. Antes, Mateo nunca se perdía estas reuniones. ¿Acaso... se había reconciliado con Lucía? Tendría sentido; recién reconciliados, no podría andar de juerga.

—Manuel, ¿qué miras? Solo faltas tú —lo llamó alguien desde la escalera.

Manuel sacudió la cabeza, dejó de pensar en ello y volvió con el grupo.

...

Eran las diez de la noche cuando Mateo llegó a la villa. María ya había ordenado su habitación y el vestidor, reorganizando las pertenencias de Lucía. Se dirigió al estudio.

Las estanterías que cubrían las paredes estaban llenas de libros de biología. Aunque Lucía no había continuado con sus estudios de posgrado, nunca había descuidado su especialidad. A menudo pasaba días enteros en el estudio; todos esos libros
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