Nueva York, 18 de julio de 1930 La celebración de cumpleaños de Maddie había sido un evento de tal magnitud que ocupó un lugar destacado en las páginas sociales de los principales periódicos. David, sin embargo, había enfrentado un dilema. Por un lado, sabía que un acontecimiento así merecía ser cubierto, pero por otro, no podía ignorar cómo afectaría a su esposa, Sarah, quien lidiaba con un embarazo complicado y un ánimo inestable. Finalmente, decidió que solo se publicara una breve reseña, suficiente para cumplir con los estándares periodísticos sin avivar innecesariamente la tensión en su hogar. —Dicen que la celebración de Maddie ha sido una fiesta maravillosa —comentó Sarah mientras desayunaban, sosteniendo una taza de té con sus manos temblorosas—. Mmm, no veo que Jason haya escrito mucho sobre ello. David suspiró, bajando la mirada hacia su plato de huevos revueltos, que apenas había tocado. Desde hacía un tiempo, el carácter de Sarah, usualmente dulce y cálido había dado un
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