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Todos los capítulos de Zinerva: Legado de Amor: Capítulo 41 - Capítulo 50
53 chapters
40.
| Alexander |—Después de esto daré un discurso público a la manada —Anakin me mira de reojo.—Mientras no menciones algo sobre unir a las manadas por mí, está bien.Él le sonríe a nuestra mate. No me gusta cómo suena, pero tengo que forzar la idea en mi mente para que entre y comprender que ya no solo me pertenece a mí; en realidad, nunca fue solo mía. Ella escuchó todo, estábamos hablando por un enlace compartido. Quiero que comience a comprender cómo funciona su mundo, el mundo al que fue echada y apartada por ser roger.Mi lobo comienza a inquietarse en mi mente cuando siento la pequeña mano de nuestra mate intentar agarrar la mía. Cuando miro, siento un sabor amargo en la boca: ella ya tiene la mano de Anakin bien sujeta. Busco su mano primero; no rechazo unir nuestras manos, acaricio sus dedos con mi pulgar sin volver a mirar la unión de sus manos. No me gusta, pero no me puedo quejar.Llegamos al punto de reunión, es una cabaña de invitados. Tiene un aspecto sencillo por fuera,
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41.
Los miro a los cuatro. Alex me sacó del establo para traerme de vuelta a la casa. No me convenció de salir hasta que me dijo que era para hablar de algo importante, y sus expresiones no me están agradando.—¿No van a hablar? —en todo este tiempo, que no es mucho, han estado en silencio.He notado que a ellos tres les incomoda mi nueva actitud. Ahora hay una barrera; no me tratan como antes, como cuando apenas podía decir algunas frases que en verdad sabía de memoria. Pensé que aprender su idioma nos uniría, pero es como si yo hubiera puesto una barrera entre nosotros. Siguen siendo igual de afectuosos, pero eso es lo único. Ni siquiera hemos hablado mucho. Mi único consuelo es que Alex sigue siendo igual conmigo: me habla, está pendiente de lo que hago, aunque intente fingir que no, para que no me sienta agobiada, y sigue siendo amoroso y detallista.—Tesoro, como sabes, ayer conseguimos el permiso que necesitábamos para reclamar una parte del territorio sin dueño y unir nuestras manad
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42.
—Osita, no llores, me haces sentir el peor mate que existe en este planeta.—Te extraño —murmuro, limpiando mis lágrimas.—Yo también, te extraño demasiado, pero te prometo que todo esto valdrá la pena. Ya estamos a mitad del camino, estos tres días que faltan pasarán rápido — tal vez para él estos días han pasado rápido. Ambos trabajan duro, pero yo estoy aquí y no hago nada aparte de estudiar y cuidar de mi caballo.Él mira detrás de él. Sé que está hablando a través de su enlace mental con alguien, tal vez uno de sus deltas. Ahora se encuentra en su manada y Arman está en el "paso", como ellos le llaman.—Osita, me necesitan, te llamo apenas termine. Te quiero y no me gusta que estés llorando, no estamos muertos, así que no botes tus lágrimas en vano. ¿Me prometes que harás eso por mí? —yo niego y él gruñe—. Eres una desobediente. Cuando nos encontremos te mostraré lo que se les hace a las cachorras caprichosas como tú. —Yo sonrío, pero él solo me mira serio. Está de más decir que o
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43.
Una fuerte brisa hace que todo a nuestro alrededor suene, pero no veo señales de lo que me está siguiendo. La luz baja ya que más nubes tapan el sol. Cuando el viento se calma, puedo escuchar cómo algo cae al suelo a unos diez metros de mí, pero está tapado por los gruesos troncos de los árboles. Mi loba gruñe, preparada para atacar, y trato de mantenerme en la posición intimidante en la que estoy.—¿Qué quieres de mí? —pregunto apenas diviso la figura de un hombre más alto que yo.Él sigue caminando hasta quedar a unos tres metros de mí. Es blanco, tiene ojos marrones oscuros y es pelón. Además, tiene algunas cicatrices en el pecho. Aunque no quiera, retrocedo un par de pasos por instinto; es un beta.—Te dije... —no puedo seguir ya que él se arrodilla de golpe y agacha su cabeza.—Luna, perdone mi insolencia y lamento si la asusté.—¿Qué hacías siguiéndome?—No puedo dar esa información, pero el Alfa Alexander ya debe estar llegando.—¿Te ordenó que me siguieras?«Él cree que me esca
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44.
«Hoy deberíamos haber vuelto.»Sacudo mi cabeza; me duele, y si pienso en eso de nuevo, tendré jaqueca. Estar lejos de ella no nos ha debilitado, pero sí afecta nuestra concentración y nuestro sueño, sin contar los sentimientos.—Debemos llegar antes de que cumplamos un mes —frunzo el ceño.—¿Desde cuándo eres tan detallista, Ivaylo? —mi lobo guarda silencio—. No te avergüences, somos uno. ¿Recuerdas?—Se lo dices a alguien, y en el próximo ataque que hagan no te voy a dejar transformar —termina su amenaza gruñendo mientras muestra sus dientes, y yo me río.De repente, siento algo frío en mi cabeza. Cuando me miro, toda mi ropa está empapada; volteo la cabeza hacia atrás y encuentro a Anakin con un balde vacío.—Dicen que la locura se quita con agua fría; aquí no me vas a dejar solo. Ni loco te voy a llevar a que la veas hasta que terminemos —sale de la cabaña y, para colmo, me deja el balde en el suelo.Me deja el valde en el suelo, acaso no ve que por fin deje todo ordenado después d
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45.
| Antosha |«Sí quiero, Alfas»Sus palabras aún resuenan en mi mente. Ese pequeño destello miel en sus ojos fue bello, pero lo que realmente me está volviendo loco es ese rico aroma que se intensifica cada vez más. Su pequeño corazón late como un tambor. Mi vista cae en sus labios gruesos, ella traga y yo la beso. No es tímida conmigo; creo que ella no tendría ese concepto que se adquiere de la sociedad. Cuando me separo, bajo hacia su abdomen. Ella lleva un short y una camisa de tirantes finos. Cuando coloco mis dedos en su cadera, se tensa.—Tesorito, nunca te haría daño. Si no quieres, solo dilo. —Sus ojitos se enfocan en mi rostro, luego en mis manos, hasta que ella se relaja.—¿Voy a tener cachorros? —se ve preocupada. Mi lobo suelta un pequeño chillido, le duele que no quiera tener cachorros con nosotros.—No, tesoro, esta es otra forma de intimar. Voy a utilizar mi boca aquí —doy un suave toque en su pubis—. No habrá nada de penetración, lo prometo.—¿Duele?—Para nada, confía e
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46.
Yo dejo que camine un poco más, no me gusta que sepa dónde buscar. Ella estuvo aquí antes, pero comienza a olfatear.—No puedo creer que haya hecho todo esto por poder —escucho que murmura.Intenta ir hacia la habitación. Me tengo que poner de puntillas para agarrarla del hombro y estrellarla contra la pared.—Creo que me debes una reverencia y una disculpa de rodillas por insultar a tu Luna.Sus ojos se vuelven negros, y antes de que se abalance contra mí, me muevo, haciendo que caiga al suelo por el impulso que tomó.—¡Tú no eres su Luna verdadera! —gruñe, mostrando sus colmillos—. No puedo creer que haya dejado de esperar a su mate solo para unirse a la manada más grande del continente.Escucho sus pasos y me acerco a ella. Sin pensarlo, la agarro del cuello e inmovilizo sus manos por encima de su cabeza. Estoy sobre ella, y ella está en el piso.—Yo soy su verdadera Luna, y tú acabas de darme una razón para matarte.Lleva una camisa que huele un poco a él. Estuvieron cerca reciente
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47.
Apenas la puerta se cierra, me empieza a caer la culpa. No quise hacerla sentir mal y mucho menos menospreciar todo el esfuerzo que ella hace para acoplarse a su nueva vida a nuestro lado. No soy un estúpido, valoro lo que hace, pero hace unos minutos no me supe explicar y dañé todo.Es mi tesoro. Nunca haría algo consciente para lastimarla y mucho menos para hacerla explotar de esa manera.Me suelto el cabello y comienzo a peinarme con los dedos. Ahora no sé qué hacer. Nunca tuve una pareja, nunca tuve ninguna relación amorosa con ninguna hembra. No sé cuál es el paso a seguir. Ni siquiera vi a mis padres discutir: son muy buenos en ocultar sus problemas. Solo sabía que estaban peleados cuando mamá no dejaba que la besaran o abrazaran.Salgo de la casa y me transformo. Tal vez no sepa qué hacer para arreglar lo que hice, pero no me voy a quedar solo en la casa hasta que alguno de los dos decida regresar. Me pone ansioso estar solo, más cuando sé que hice algo mal. Tampoco voy a llamar
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48.
—¿No crees que estamos siendo irracionales? —Salté un arbusto antes de contestarle.—No, dejamos a Faddi a cargo, lo ha hecho bien desde que llegó —corrimos lo más rápido que pudimos, ocultando nuestro olor—. Antosha no nos ha llamado; es obvio que no pudo arreglar el lío en que se metió. Ya sabemos que ella durmió a la intemperie, en medio de la lluvia, y no hizo nada para evitarlo.—Tampoco es como si pudiera haberla obligado a regresar, eso empeoraría las cosas.Ignoré lo que decía. Yo nunca dejaría que mi mate, que mi osita, durmiera como una pordiosera toda la noche. No me importa ganar su odio por eso.Pasamos por la frontera que divide el paso de la manada del Alfa Alexander. Los guardias no nos detienen, dimos aviso dos minutos antes. Apenas entramos, soltamos nuestro olor. No queremos llegar de imprevisto, no sé qué tan grande sea el problema ni si podemos empeorarlo al llegar de sorpresa.—Ella va hacia ustedes —la voz del Alfa Alexander resonó en mi mente. Creí que ya me hab
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49.
| Zinerva |Sus ojos avellana ya no tienen tanto brillo; se ve cansado, sin esa actitud divertida, ni siquiera relajada.—No te quedes callada, porque me estás matando. —Sus ojos se vuelven brillosos.Salgo de en medio de Anakin y Arman, pasando por encima del último. Este se tensa, pero lo ignoro. Cuando logro quedar frente a él, no puedo seguir sintiendo ese grotesco enojo. Ya no me agobia que no haya respetado mi espacio; ahora solo puedo ver lo cansado que está, lo poco que queda de él. No parece que estuviera hablando con Tosha.—Te perdono, pero no me gustó lo que hicieron. —Agacho la cabeza para que nadie vea que quiero llorar—. Sentí que no podía confiar ni siquiera en mi propia loba, y si no puedo confiar en ella, entonces no sabía en quién hacerlo. Creo que exploté, también llevé las cosas demasiado lejos, y que no respetaras mis límites... Nunca había puesto límites, nunca tuve una relación con nadie, y menos un... ¿desacuerdo? —Él coloca su mano en mi mejilla, y sé que quie
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