Simone.Frente a la puerta de Éline, Edmond limpia mis lágrimas, sus dedos se sienten como caricias piadosas sobre la piel. Desea arreglar todo este malentendido, pero yo temo que la realidad haya roto la burbuja de la pequeña, en la que yo era centro. Algo se estremece dentro, de solo pensar que haya perdido parte de su inocencia de forma tan terrible, creyendo que su padre me paga para que cuide de ella y la quiera. El contrato está, esa es la realidad, pero lo que yo siento por Éline no lo estipula ninguna de sus páginas. —Deja de temblar —susurra él—. Todo va a salir bien.—Aquella mujer dejó claro frente a la niña que me pagas para que la cuide; dudo que lo olvide fácilmente.—Por más generosa que sea mi paga lo que tú haces con mi hija no se compara con nada, Simone, te has hecho cargo de todas sus necesidades, has intentado reparar su mundo, he incluso a mí; todo por su bienestar. Tu amor por Éline es verdadero, así lo siento, y sé que ella también lo hace.Me abraza, siento g
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