Zahar se limpió la boca y restregó las gotas de sangre para quitarlas de sus labios. Miró hacia todas partes, colocando su hiyab en su cabeza y cubriendo su rostro, comenzó a caminar por las ventas de telas, mientras eligió una al azar.—Por favor, deme esa… —La persona que estaba atendiendo quería explicarle la clase de hilos de la que estaba hecha, pero Zahar la interrumpió—. No, solo quiero que me la venda, tengo prisa —La mujer frunció el ceño, aun así, envolvió la tela en la bolsa de papel, mientras Zahar buscó el dinero y le pagó.Rápidamente, se metió entre los mismos callejones para llegar donde estaba el hombre de seguridad, viéndolo fruncir el ceño.—Tenía rato buscándola, señorita, me hubiese metido en problemas… —ella negó, aun cubriendo su rostro, y el guardia abrió la puerta del auto.El aire acondicionado la refrescó de inmediato. Zahar recostó la cabeza en el asiento, y cerró los ojos, sabiendo que el auto estaba andando, alejándose del mercado.En media hora el auto s
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