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85 chapters
Cobardes
Tony o podía procesar lo que acababa de escuchar, Sarah, la madre de su hija, había intentado matar a su madre.— No puede ser... no puede ser... —murmuraba una y otra vez.— Tony, mi amor —Marjorie intentó acercarse, pero él se alejó bruscamente.— ¡Pos' esa víbora me las va a pagar! —rugió, su voz quebrándose— En cuanto mi amá salga de aquí, yo mismo...— Tony, por favor —Marjorie logró sujetarlo del brazo— Tu madre te necesita entero ahorita.El médico que había estado hablando con ellos fue llamado repentinamente por una enfermera que salió corriendo del área de urgencias.— ¡Doctor! ¡Es la señora Treviño! —gritó la enfermera.— ¡NO! —Tony intentó seguirlos, pero dos enfermeros lo detuvieron— ¡DÉJENME PASAR! ¡ES MI AMÁ!— Señor, no puede entrar —insistió uno de los enfermeros, luchando por contenerlo.— ¡Pos' suélteme! —forcejeaba Tony— ¡Mi amá me necesita!María, que sostenía a Lupita, se acercó a Pancho con lágrimas en los ojos:— Mi amor, tenemos que llevar a la niña al rancho,
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El último adiós
El pitido de las máquinas se escuchaba en el pasillo, era un sonido agudo y constante que parecía rasgar el alma de Tony.Los doctores se encontraban dentro del cuarto, sus voces entrecortadas se mezclaban con el sonido de los aparatos. Tony permanecía pegado al vidrio, sus manos temblaban mientras las mantenía apoyadas en la fría superficie, como si de esa manera pudiera transmitirle su fuerza a su madre a través del cristal.— ¡Ándale, amá! ¡Tú puedes! Pos' eres más fuerte que un roble viejo, siempre me lo has demostrado — susurró con voz entrecortada, cada palabra salía como un grito ahogado.Sus ojos no se apartaban del cuerpo inmóvil de Guadalupe, esperando, rogando que sus párpados se abrieran, que su voz volviera a sonar con ese tono cálido y firme que tanto lo había guiado.Marjorie y Pancho permanecían a su lado, Pancho lo sostenía por los hombros, mientras las rodillas le temblaban, Marjorie tenía las lágrimas corriendo por su rostro, pero se mantenía firme, sabiendo que Ton
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La justicia llega
El sol quemaba como si el mismo cielo quisiera castigar la tierra aquel maldito día, la iglesia, llena hasta el tope de gente.Tony se mantenía inmóvil junto al ataúd de Guadalupe, con las manos clavadas en los bolsillos del traje que le quedaba apretado, cada apretón de manos, cada abrazo de los vecinos, le dolía más que una puñalada.—Tony, hermano… si necesitas algo —le decía Pancho por quinta vez, la voz le temblaba igual que sus bigotes—. Nomás avísame y…—Ya sé, compa —lo interrumpió Tony, sin mirarlo, con los ojos clavados en el crucifijo detrás del altar— Gracias.Marjorie, parada a su lado, le apretaba el brazo cada vez que sentía que su cuerpo se tensaba demasiado, Lupita, sentada en las piernas de María, jugueteaba con un pañuelo negro.—¿Abela? —preguntó la niña de pronto, señalando el ataúd con su dedito regordete.María tragó saliva, mirando a Tony de reojo, él cerró los ojos, sintiendo cómo el corazón se le partía otra vez, como explicarle a su pequeña que ya no vería a
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Final
El calor asfixiante de la corte hacía que hasta los abanicos parecieran rendirse. Tony se acomodó en el banco de madera, sintiendo cómo el traje negro le apretaba el cuello.A su izquierda, Marjorie repasaba documentos con el abogado, sus dedos tamborileaban sobre la mesa, a la derecha, Pancho masticaba un palillo, tenía los ojos clavados en la puerta trasera por donde entraría Sarah.—No mires pa’lla cuando entre —murmuró Tony — no le des el gusto.Pancho escupió el palillo al piso.—Pos’ si me pongo nervioso, mejor me avisas pa’ salir a respirar —respondió, limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo rojo— esa víbora de cascabel va a escupir puro veneno.El golpe del mazo del juez hizo callar el murmullo de la sala, Tony apretó los puños cuando vio entrar a Sarah, escoltada por dos guardias.La que una vez fuera una mujer altiva ahora parecía una sombra, tenía el pelo grasiento pegado al cuello, pero sus ojos, esos ojos de víbora seguían brillando con el mismo odio.—Señora Joh
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Epílogo
11 años despuésEl Sol apenas asomaba cuando Tony despertó, sintiendo el calor de Marjorie contra su pecho, la abrazó más fuerte, respirando el aroma a lavanda de su cabello, sus manos recorrieron suavemente la curva de su cintura, deleitándose con la suavidad de su piel bajo la camiseta.—Buenos días, princesa —susurró, besando su cuello con delicadeza.Marjorie se giró hacia él, sonriendo con los ojos cerrados, Tony se perdió un momento en sus pestañas, en la forma de su boca.—Mmm... cinco minutos más, vaquero —murmuró ella, acurrucándose más cerca.—¿Solo cinco? —Tony deslizó sus manos por su espalda, bajo la tela— Pos' yo tenía otros planes...La besó suavemente, tomándose su tiempo, saboreando cada momento, sus labios trazaron un camino desde su boca hasta su cuello, mientras sus manos exploraban su cuerpo.—Te amo —susurró cerca de su oído— cada día más.Marjorie respondió enredando sus dedos en su cabello, atrayéndolo más cerca, se besaron apasionadamente, olvidando el mundo m
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