Selene—Cuéntamelo todo otra vez, por favor —pedí a Kaiya una vez que estuvimos en su cabaña. Ilan había ido a hablar con su padre después de dejarme con mi amiga. No quería soltarme, pero lo convencí de que todo estaba bien. Me sentía lo bastante segura con Kaiya, casi tanto como me sentía con él.—Por tercera vez, Selene —bufó, rodando los ojos; luego, sonrió y tomó asiento junto a mí en la cama—. Tus padres son el mismo Helios, el dios del sol, y Selene, la diosa de la luna, y no, no eres una diosa; al romperse la maldición, mi madre se llevó consigo la poca magia que podía habitar en ti.—¿Entonces por qué...?—¿Brillaste? —interrumpió—. Bueno… no lo sé, supongo que tu padre hizo una pequeña intervención. —Se encogió de hombros—. De cualquier forma, me alegra mucho que estés de regreso, amiga.—A mí también, Kaiya. —Acepté su abrazo y me dejé envolver por el sentimiento de seguridad y confianza que siempre sentía con ella.Hablamos durante un largo rato sobre lo que sucedió cuando
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