David guardó silencio, inspiró profundamente y cerró los ojos por un momento, intentando calmarse, mientras conducía unos kilómetros más, hasta que por fin se detuvo frente a una imponente construcción.Rápidamente, se bajó del automóvil, dando un portazo, antes de dirigirse, con la ayuda de su bastón hasta la entrada del edificio, en donde un letrero, en lo alto de la fachada, rezaba: McKenzie y Asociados, Bufete de Abogados.«¿Qué diablos está haciendo?», se preguntó Jenna con el ceño fruncido, mientras lo observaba desde su asiento, con el corazón latiéndole a toda prisa. ¿Por qué había conducido hasta un estudio jurídico?Forzando la vista al máximo, Jenna vio cómo David gesticulaba frente a un hombre de aspecto mayor, de semblante serio, vestido con un traje negro de etiqueta, a quien la muchacha reconoció de inmediato como el abogado de David.Luego de unos largos minutos, ambos hombres salieron del edificio y se encaminaron hacia el auto.David abrió la puerta del copiloto y se
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